En Colombia yo hubiera votado No

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En Colombia, el 50.2% de los ciudadanos que acudieron al referendum del domingo pasado se expresaron por el No, es decir, contra la vigencia de los acuerdos de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Rebeldes de Colombia.

Basado en mi experiencia ciudadana con los pactos de apaciguamiento en Guatemala, y dado lo que leí acerca de los acuerdos entre la administración de Santos y las FARC, con el patrocinio de Los Castro en Cuba, yo hubiera puesto una X sobre el No, si fuera colombiano.

Antes de seguir, dejemos claro que pienso, como James Madison, que la guerra es el más temible de los enemigos de la libertad porque comprende y desarrolla el gérmen de todos los demás enemigos de la libertad.  La guerra cuesta vidas, y causa daños irreparables.  La guerra causa sufrimientos inmensos.  Prefiero la paz; que la guerra y prefiero el intercambio voluntario y pacífico a la coacción y la violencia.

Empero, una paz firme y duradera sólo se alcanza cuando el enemigo es derrotado, cuando al enemigo no le queda duda alguna de que fue derrotado, cuando al enemigo no le queda duda alguna de quién es quien lo derrotó y por qué,  y cuando no le queda voluntad alguna de seguir utilizando la violencia.  Esto se aprende de las lecciones de historia que uno puede leer en libros como Nothing Less than Victoryen el que su autor, John David Lewis te cuenta por qué la paz de Versalles no fue firme, ni duradera; y por qué la rendición de Japón, luego de la II Guerra Mundial si generó una, y por qué la paz entre Cartago y Roma si lo fue, luego de la derrota total de la primera ciudad. John explica estas y otras experiencias bélicas y pacifistas. En su libro, John explica el valor que, en una guerra, tienen el razonamiento de cada lado, el propósito moral de cada lado y el compromiso con la lucha de cada lado.  Como sea, la paz firme y duradera no puede basarse en la impunidad, en privilegios, ni en el apaciguamiento.

Las FARC no son un grupo insurgente por la libertad.  Son una narcoguerrilla letal, secuestradora y terrorista que, en su mejor momento fue el brazo armado del partido comunista según el modelo marxista-leninista, de corte castrista.  Por eso se fueron a la lucha armada, en lugar de sentarse a esperar que colapsara el capitalismo como consecuencia de su agotamiento, y de la lucha de clases.  Es decir que, en su momento moral más elevado (Esto fue un sarcasmo), lo que quería era imponer la dictadura del proletariado en Colombia.  En eso se parecían mucho a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca; pero las FARC eran la URNG con esteroides.

¿Qué es la dictadura del proletariado?

Para Marx, la dictadura del proletariado no era una forma de gobierno, sino una clase particular de sociedad; son Lenin y Trotsky los que nos dan detalles sobre qué quería la guerrilla como forma de gobierno. Los leninistas proclamaban reconstruir el Estado en la forma más despótica posible.

Lenin hizo énfasis en que dictadura significa el poder ilimitado basado en la fuerza, y no en la ley. El término de dictadura significa autoridad sin las trabas de la ley, no restringida por normas y basada en la violencia. Si la guerrilla fusilaba, secuestraba, asesinaba y ejecutaba actos de terrorismo durante el enfrentamiento armado… ¿aquello era lo que esperaba a miles de guatemaltecos si la revolución triunfaba? Tú, ¿qué crees?

En los ochenta, parecía que la fantasía leninista de una revolución mundial podía hacerse realidad. Aquí en la vecindad, Cuba, Grenada, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, estaban encaminados.

Una vez que el proletariado esté en el poder, ninguna consideración, más que el mantenimiento del poder, será importante… la DP abolirá el sistema parlamentario –de forma permanente–, así como la separación entre el Legislativo y el Ejecutivo. La idea era que los gobernantes determinaran por medio de qué leyes iban a mandar y que no estuvieran controlados por nadie. Pero… ¿quiénes iban a ser los gobernantes? Lenin usó la frase dictadura del partido. Lenin escribió: Las Cortes no deben prohibir el terror… deben legalizarlo como principio.

La dictadura del proletariado, ¿implicaba un No a la militarización? ¡No!, Trotksy decía que el trabajo debe ser militarizado.

Dicho lo anterior, ¿está claro que las FARC no son un grupo de insurgentes por la libertad?

Como ocurrió en Guatemala, la guerrilla colombiana recibió la bendición de la comunidad internacional y su lucha fue legitimada.  En Guatemala la guerrilla había sido militarmente derrotada y estaba era políticamente irrelevante como no fuera por su capacidad de usar la violencia.  En el  imaginario del votante chapín, la exguerrilla no es opción electoral digna de consideración alguna; y, si la exguerrilla chapina toma posiciones políticas importantes es por medio de arreglos al margen de la voluntad expresa de los mandantes y disfruta de privilegios como guardaespaldas, puestos públicos (a modo de canonjías), resarcimientos y prácticas similares; siendo la más importante de todas la de la impunidad.  En Guatemala, una paz basada en aquella condiciones sólo fue la guerra en por otros medios, la guerra de cuarta generación, o una sucesión de actos políticos.

Tal vez cierta dirigencia colombiana, ajena a la administración de Santos y ajena al patrocinio de Los Castro, observó y aprendió algo de la experiencia dolorosa guatemalteca y de sus frustradas expectativas de paz.

Una paz firme y duradera, con una guerrilla letal y criminal como la de Colombia, no se puede fundar sobre apaciguamiento, ni sobre impunidad, ni sobre privilegios, ni sobre la idea falsa de que esa guerrilla es es moralmente igual al gobierno legítimo de una república constitucional, y menos, menos, es igualmente moral a una sociedad que ha sido víctima del terrorismo para imponer la dictadura del proletariado, o cualquiera otra forma de tiranía.

Es inaceptable, por ejemplo, que las FARC recibieran, a cambio de abandonar sus prácticas criminales la recompensa de la impunidad, la recompensa de un número de curules fijas en el Congreso, la recompensa de rentas básicas para los dirigentes, y la recompensa de frecuencias de radio gratuitas. Unas a costa de la justicia, otras a costa de los principios republicano, unas y  a costa de los tributarios y de la gente productiva. Una paz firme y duradera no puede ser fundada así.  Tal vez eso explica que hasta en departamentos golpeados por la guerrilla, como Huila, Caqueta, Meta, Tolima y otros ganó el No.

En Guatemala, en las elecciones de 2011, el Frente Amplio de Izquierda, lidereado por la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú e integrado por un fuerte contingente de la exguerrilla en  Winaq, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalateca-Maíz y la Alianza Nueva Nación mejoró su desempeño comparado con los resultados de 2007. En 20111, Menchú recibió 3.25% de los votos, en vez de sólo 2.06.  Y en esa ocasión no tuvo que compartirlos con el liderazgo de Nineth Montenegro, que fue su compañera de fórmula cuatro años antes.  En Quiché, el departamento natal de Menchú, el FAI alcanzó 4.95% del total de votos válidos; y en Uspantán, entre los suyos y los que la conocen porque es su municipio originario, consiguió 3.27%.

En mayo de 1999 los guatemaltecos fuimos llamados a las urnas para aprobar, o  no, las reformas constitucionales derivadas de los pactos de apaciguamiento firmados entre la administración de Alvaro Arzú y la URNG en 1996.  En esa ocasión ¡el No a todas las preguntas ganó la consulta!, el No fue votado por 55.6% de los que participamos en la consulta, aunque participara sólo el 18.55% del total de empadronados.

El domingo pasado, en Colombia, el abstencionismo también fue alto (sólo cerca 13 de 35 millones de ciudadanos habilitados acudió a votar) y la diferencia entre ganadores y perdedores fue como de 50,000 votos, poco más o menos. Pareciera que tanto aquí, como allá, y seguramente en otras partes del mundo, este tipo de consultas no atrae las multitudes que atraen las elecciones generales (cuando las atraen).  Pero sea como sea, si se respetan las reglas, el resultado es una expresión legítima de  los mandantes: a la mayoría no le interesa el asunto; pero los que si están interesados como para participar activamente son los que determinan inclinan la balanza de un lado, o de otro. ¡De eso se trata el sufragio!

En Guatemala, en 1999 no hubo un liderazgo visible y los resultados fueron consecuencia de los esfuerzos de muchos grupos e individuos dispersos.  Yo hice mi parte desde las páginas editoriales del diario Siglo Veintiuno.  En Colombia, en cambio, parecía una cabeza visible del No, el liderazgo del expresidente Alvaro Uribe.

El No, en Colombia, no fue un No a la paz; fue un No a la injusticia y un No a los privilegios.  No fue un No a la paz, fue un No a las FARC.  Fue un golpe al castrismo en América Latina y al socialismo en todo el mundo que están acostumbrados a que justicia se haga a la medida de sus demandas.

¿Qué procede ahora? Renegociar los acuerdos en el marco del estado de derecho. ¿Qué no procede? Volver a hacer un referendum tras otro, hasta que los resultados sirvan a los intereses de las FARC, de Los Castro y del socialismo del siglo XXI, tan inescrupuloso como el del siglo XX.

La ilustración la tomé de Facebook.

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