La demagogia es una estrategia utilizada para conseguir y conservar el poder político. Consiste en apelar a los prejuicios, las emociones, los miedos y las esperanzas de la gente para obtener apoyo popular. Como se necesitan dos para bailar un tango, los demagogos tienen éxito porque la gente se los permite. No es por casualidad que los antiguos le llamaran a la demagogia el arte de halagar a la plebe.
Un ejemplo grosero y descarado de demagogia es la propuesta de ley que adorna esta entrada: asueto por el día del padre. Durnante este año el Congreso depurable se ha dado a al la tarea de producir legislación específica y concreta para beneficiar (o perjudicar) grupos de interés especificos. Sabiéndose en la picota, y en la mira de los mandantes, los diputados están tratando de quedar bien con todos, con el propósito de retrasar lo que ya se viene: una reacción de los mandantes como la que empezó en la plaza de la Constitución hace un año.
Al grito de ¡A por los diputados! ya va siendo hora de pedirles la pieza y empezar un proceso de depuración.