No es momento para el jacobinismo

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El discurso de anoche, de Otto Pérez Molina, fue cuando como uno pelaba en el colegio y el profesor lo obligaba a darle la mano al otro.  El presidente pidió perdón; pero con una mano debe haber estado haciendo clavito y no dejó de gruñir y enseñar los dientes.  El Presidente le declaró la guerra a la cúpula empresarial y a la comunidad internacional. Conjuró a la Guatemala profunda (léase acarreados y la Guatemala de Lider) y ¿amenazó con hacer uso de la violencia? El mandatario les declaró la guerra a los guatemaltecos.

Algunos de mis cuates creen que el presidente quiere estirar la pita hasta que reviente,  animar la división y el enfrentamiento entre los chapines y motivar un golpe de estado que le permita victimizarse, dejar la presidencia, conseguir asilo político y así complicar y retrasar indefinidamente el proceso judicial que lo espera por su vinculación con la estructura delincuencial conocida como La línea.

Otros creen que su intención -porque habló de eso explícitamente- es aguantar por lo menos hasta que se celebren las elecciones del 6 de septiembre y no alterar el orden constitucional.  Esto le permitiría viabilizar un pacto de impunidad con el partido Lider, de Manuel Baldizón -que controla el Congreso- y neutralizar indefinidamente el proceso judicial que lo espera por su vinculación con La línea.

En ambos casos el mandatario señalado se beneficiaría en perjuicio de la justicia, de los tributarios, de le ley y de la paz.

Mientras tanto la plataforma para la reforma del estado y el grupo Semilla están al acecho para pescar en el río revuelto y conseguir, por medio del corporativismo, lo que nunca han podido conseguir por medio de los votos: Hacerse del Poder Ejecutivo y hacer avanzar su agenda de refundación del estado, empresa esta última que anima el rítmo cardíaco de buena parte de la comunidad internacional que patrocinó los acuerdos de pacificación con la exguerrilla (¿y anima el de la CICIG?).  Algunos grupos ya echaron a andar la bola de que el vicepresidiente Alejandro Maldonado tiene Alzheimer; con lo que pretenden allanar el camino para la imposición de un Presidente y un Vicepresidente a la medida de sus ambiciones.  Ya el Comité de Unidad Campesina se puso al brinco y anunció sus acciones tradicionales.

Por eso es importante no perder de vista que el valor más importante a proteger en esos momentos difíciles es el orden constitucional.  No es momento para el jacobismo, no es ocasión para el asambleismo, ni para salir con teas a ver qué prende fuego más rápido.  A las provocaciones hay que responder racional y serenamente.  Todo propósito de justicia que sea perseguido al margen del orden constitucional, con violencia, o haciendo uso de maniobras políticas no será sostenible en el largo plazo, y en el largo plazo será fuente de más y más enfrentamientos.  Ya sabes: La justicia es anhelo de todos, no es el odio del hombre agraviado, ni se busque con lodo, o con fuego cimentar algo que es tan sagrado.

En paz, hay que llegar al 6 de septiembre y celebrar las elecciones; la Corte Suprema de Justicia y el Congreso (con la implacable vigilancia activa de los mandantes, ciudadanos y tributarios) deben cumplir con los procesos debidos de acuerdo con la Constitución y las leyes.  Hay que ir a votar y evitar el caos.  Ya te imaginas: cualquiera sabe cómo empieza el caos; pero nadie sabe cómo va a acabar.

La foto la tomé de Facebook.

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