La tempestad del viernes en la noche se lució porque los rayos formidables iluminaban el hermoso Volcán Pacaya al sur de la ciudad de Guatemala. Uno no puede sino admirar las fuerzas de la naturaleza que hacen posibles los rayos y truenos, así como los volcanes.
Los dejo con escenas de aquel espectáculo y con La tempestá di mare, de Antonio Vivaldi.