Conmovedoras y desgarradoras son las fotos de un jubilado griego que llora frente al banco luego de que le dijeran que no podía sacar su dinero. Trabajé muy duro en una mina de carbón y en una fundición, explica el hombre de 77 años. Actualmente, veo a mis conciudadanos mendigar céntimos para comprar pan, veo los suicidios aumentar… no puedo soportar ver a mi país en esta situación, explicó.
En Guatemala, en los años noventa, los medios de comunicación y el público parecían estar muy conscientes de lo que en aquel entonces se conocía como la bomba monetaria. El fenómeno fue desactivado y a todos se nos olvidó, solo para que volviera ser activada. En 2015, “la bomba monetaria” es el gran elefante en la habitación.
Entre nosotros las autoridades monetarias están orgullosas del manejo de la inflación, el tipo de cambio y las tasas de interés; pero un tercio del activo del Banco de Guatemala está comprometido en créditos al Gobierno. Dentro de ese financiamiento está la bomba monetaria, que es un gran préstamo al Gobierno a tipo de interés cero y los costes no repuestos por el Gobierno, asociados al mantenimiento de dicho préstamo. Los incumplimientos del Gobierno para con el banco central hacen que la magnitud de la bomba aumente cada año. La denominación bomba monetaria es acertada. Se trata de activos que no generan ningún interés; pero, como contrapartida, existe un pasivo por el que sí hay que pagar interés. Esos créditos le producen pérdidas al Banguat (¿qué otro banco central del mundo tendrá pérdidas?). En principio, el Gobierno debe cubrir esas pérdidas, pero el Gobierno no le paga al banco, y cuando lo hace paga con nueva emisión de bonos. Ante la falta de pago final, el banco central otorga más financiación al Gobierno. Debido a esto, el balance del banco central crece y crece año tras año, para darle nueva financiación al Gobierno.
Según el informe de Guatemala –en MarketTrends, una newsletter que te recomiendo si te interesan estos temas– el Banguat está en una situación complicada atado a un Estado que no le paga; y de continuar esta situación la estabilidad monetaria está en peligro.
Columna publicada en elPeriódico.