El caso de la desaparición de Cristina Siekavizza -que parecía sepultado- tomó un giro novedoso y espeluznante, más no sorpresivo: Un informe realizado por agentes de la Policía Nacional Civil involucraría a funcionarios y vehículos de una entidad estatal en la desaparición de Siekavizza; el informe salió a luz ¡casi cuatro años después de su entrega a la fiscalía, en el Ministerio Público! El informe habría sido traspapelado de forma intencional.
El giro es espeluznante porque -como en una película de suspenso- sólo que en la vida real, los actos de los involucrados nos muestran la corrupción y la maldad descarnadas de la que son capaces ciertas personas; sino la profundidad que aquella corrupción y aquella maldad puede alcanzar si goza del amparo del poder y del estado.
El giro no es sorpresivo porque , ¿a quién le sorprenden la corrupción y la maldad de las que son capaces quienes pueden usar aparatos estatales para conseguir propósitos aviesos? ¿De verdad te sorpendería si supieras que alguien usó el poder, o sus conexiones políticas para ejacutar, o encubrir un delito?
Las preguntas ahora son: ¿Quién, o quienes serán responsabilizados por haber ocultado las investigaciones sobre la participación de aparatos del estado en el caso Siekavizza? ¿Se hará presente la CICIG? Y, si se hace presente, ¿lo hará de la forma indigna en que lo hizo con el caso del asesinato de Khalil y Marjorie Musa?
La foto es de El periódico.