La imagen muestra cómo quedó arrancada la placa en la tumba de Justo Rufino Barrios, en el Cementerio General de la ciudad de Guatemala.
En esa misma necrópolis fue saqueada la tumba de mi bisabuela, Adela. Se robaron las barandas de hierro forjado; y se robaron los floreros y una lápida de bronce. A lo ancho y lo largo de ese cementerio, centenares de tumbas han sido despojadas de letras, adornos y otras piezas. Es como si por ahí hubieran pasado hordas de vikingos, o hunos; pero en realidad son ladrones vulgares.
¿Qué tan cuerudo hay que ser para ser el director general (o lo que sea) del Cementerio General, ye no andar con la mirada agachada -de vergüenza- por las calles?
Hoy nos enteramos de que a pesar de que en Guatemala no hay minas de cobre las exportaciones del metal rojo llegaron a Q19 millones 646 mil 064 el año pasado, lo que representa un aumento de 136% al comparar las cifras de 2013. ¿Ahí irían a parar los floreros y la lápida de la tumba de mi bisabuela? ¿Ahí irían a parar el busto de David Vela, las hojas del monumento a Miguel Angel Asturias y otros monumentos que han sido mutilados? ¿Ahí van a parar los alambres de cobre que les son robados a las empresas telefónicas?
La foto es por Berta Rivera, de Prensa Libre.
Tenemos que aceptar, desgraciadamente, que estos malvados saqueadores sinverguenzas, un dia llegará en que sempezaran a hartar los unos a los otros. Haber llegado al extremo de robar los tesoros de fé y reverencia que contiene el cementerio, es un indice de total ausencia de valores, de respeto… de temor. quien lo iba a creer/…..