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¡Hay mucha comida…y hay de todo!, dijo un niñito en una banca que compartimos-con sus ojos bien abiertos y con esa expresión que tienen los niños cuando están maravillados-. El se estaba comiendo su tostada con guacamol, y yo estaba comiendo mis tacos con salsa y mi atol de elote.
Voy a la feria porque me trae recuerdos, porque me gusta comer tacos, atol, churros y otras delicias. Voy porque…¿a dónde va Vicente? A donde va la gente. Voy porque -a pesar del sol y de que corro el riesgo de engentarme– me encantan los colores y los sabores de la feria. Pero cuando oigo comentarios como el del niño de la tostada descubro la mejor parte de ir a la feria. La mejor parte de ir a la feria es ver cómo se la gozan los niños y los que tienen corazón de niño. ¡Ha de ser alegre no sólo ir a la feria, sino ir con disfraz del Hombre araña, o de quién se yo!
Yo voy con amigos queridos, nunca dejan de maravillarme los colores y los sabores, me gusta ganarme cosas divertidas en el tiro al blanco y llevo mi disfraz de Batman imaginario. Y me alegro de que el niño de la tostada con Guacamol haya regresado a su casa con ganas de volver a la feria. Maravillado con todo lo que vio.