¡Llegaron a casa los primeros anacates de la temporada! En casa, el segundo semestre del año empieza con la llegada de los anacates (chanterelles). Ahora son bastante comunes; pero cuando yo era niño era una gran cosa cuando había anacates en casa de mis padres, o de mis abuelas. Nunca había muchos y se los comía con gran alegría y respeto. Sus incomparables sabor y textura eran muy apreciados, como lo son ahora.
A mí me gusta prepararlos de forma que se luzca el sabor de los hongos y que este no sea opacado por especias y otros ingredientes. ¡Hay que resistir la tentación de echarles cosas a los anacates! Los de la foto llevan un toque de aceite de oliva, sal, pimienta, crema y perejil. Van sobre spaghetti y aderezados con que so paremesano. Todo ello sólo para enmarcar el sabor y la textura de estos hongos maravillosos.
Otra forma de prepararlos es con mantequilla, un poco (poquito) de cebolla, sal, pimienta, perejil y jerez seco, salsa que se espesa ligeramente con maicena. Esta era la forma tradicional de servirlos en casa de mis padres y en la de mis abuelas. Los he probado en pulique, y son deliciosos; pero nunca hecho pulique y creo que el apazote con el que se sazona el pulique interfiere con el sabor delicado de los hongos. Para uno de mis cumpleaños, en los 80, recuerdo que servimos unos spaghetti con salsa de anacates, preparada a base de crema de pollo. No estuvo mal; pero si he de comerlos sobre pasta prefiero cualquiera de las dos primeras recetas.
¡Que delicia!