¡Que alegre!, el estado recuperó el ferrocarril. Sarcasmo, claro. Digo… porque el estado llevó a la quiebra al ferrocarril, el estado incumplió su parte en el acuerdo que hubiera revivido al ferrocarril, el estado ha tenido que pagar -con dinero quitado a los tributarios- Q115.3 millones por aquel incumplimiento, y ahora el estado recuperó todos aquellos fierros herrumbrosos que eran el ferrocarril.
Cuando digo estado, claro, léase los políticos y sus funcionarios de turno; porque…tu ya sabes, el estado es una abstracción y realmente quienes toman las decisiones y actúan son las personas individuales. Que no te tomen el pelo. El estado no paga nada…lo pagas tú. El estado no administra nada…lo administran los políticos y sus funcionarios. Y estos, ahora que ya tienen de vuelta el ferrocarril, estarán felices porque ¿no te da la impresión de que será otra piñata? ¿No te da la impersión de que políticos y funcionarios harán sus casas en la playa con los negocios que hagan con el ferrocarril recuperado? Lo de casas en la playa también es un sarcasmo y no debe ser leído literalmente. Las comisiones y los negocios personales hechos a la sombra de la cosa pública da para otras cosas que no necesariamente son casas en la playa. Se entiende, ¿o no?
Lo importante, claro, es que ahora que el estado recuperó el ferrocarril, el hueso se hizo más grande. Y…¿sabes qué canción se me vino a la mente? Aquella que dice I am a train, I am a train, I am a tricky train.