No es cuento, la cena de Navidad nos salió bueníiiiiiiiiisima en casa…como siempre. Por mucho prefiero el pavo para esta cena; pero para mí el pavo es sólo un vehículo para tres cosas: el relleno, carne para hacer ensalada y huesos para hacer caldo. Pero, con todo y todo, de verdad me disfruto un pavo bien hecho, dorado, jugoso y lleno de sabor. ¿Cuáles son las claves? Frotarlo bien con ajo, sal y pimienta; rellenarlo y usar bolsa.
Al pavo lo acompañó una tradicional ensalada Waldorf, un gravy que estaba particularmente bueno, y ponche de frutas que -en esta ocasión- tuvo un estupendo toque de cardamomo de la India.
Para el relleno del pavo no cambio la receta que era de mi bisabuela, Mami, cuyos ingredientes son pan remojado en vino blanco, menudos del pavo, cebolla, apio, castañas y champiñones fritos en abundante mantequilla y sazonados con salvia, perejil (fresco del balcón de la casa), sal y pimienta.
¡Qué rico!