Volví a las andadas con la astronomía

131110_luis_figueroa_telescopio

He vuelto a las andadas con la astronomía.  No es que alguna vez fuera un experto, ni nada parecido; pero hace unos 20 años tuve un telescopio newtoniano -cuando vivía en La Antigua- y me disfruté muchas noches observando La Luna, Júpiter y sus lunas, el cinturón de Orión, Venus y ¡una vez vi las manchas solares!…y quemé un ocular del telescopio.  The mule.  En el Goddard Space Flight Center, de la National Air and Space Administration, vi a Saturno y sus anillos de una forma espectacular.

Cuando regresé a Guatemala el telescopio perdió utilidad porque no vivía en un lugar apropiado y sólo lo sacaba de cuando en cuando.  Pronto se llenó de polvo y de golpes.  Y abandoné la práctica por completo.

Ahora la he retomado con un newtoniano nuevo.  El martes en la noche lo armamos en casa y nos familiarizamos con él; y no pudimos ver a Venus porque yo había perdido la habilidad de encontrar los cuerpos celestes con alguna facilidad.  Estaba tan ansioso que me desperté en la madrugada, justo antes de que la Luna se ocultara en el horizonte y no alcancé a verla con el telescopio.  #Fail.  Sin embargo me la gocé por su color anaranjado intenso.  

Hoy tuvimos éxito con Venus. No me costó mucho encontralo con el telescopio y sentí la emoción que sentía antes.  Es fascinante ver objetos que están a miles y miles de kilómetros de la Tierra.  El universo es fascinante y es un reto.  Es grande la humanidad que puede observarlo, explorarlo y hurgar en él; y a sea con telescopios en la tierra, telescopios en el cielo, o naves que viajan más allá del sistema solar.  Es grande la humanidad que trata de entenderlo y que no se intimida ante su grandeza.

Venus (Lucifer, Ishtar o el Véspero) es un objetivo fácil por brillante; y como tiene fases, como la Luna, uno puede ver los cambios.  Venus siempre ha llamado la atención de la humanidad.  Para los mayas, Venus (cuando es lucero de la mañana) anunciaba que el Sol saldría ese día, luego de su paso por Xibalbá; y en ese sentido, para los romanos, ese mismo astro era Lucifer (el traedor de luz).

Me alegra mucho retomar esta afición que había dejado a un lado.  ¡Me alegra mucho!  Durante el período en que no tuve telescopio nunca dejé de observar al cielo nocturno, al puro ojo, y francamente es algo maravilloso.

Muy atinadamente, mi cuata Susette me recomendó: The History of Astronomy (1795), por Adam Smith.  En las tres primeras secciones de esa obra, el brillante escoces nos habla de los efectos de lo inesperado y de la sorpresa; de hacerse preguntas y de maravillarse; y de los efectos de la novedades para luego abundar sobre el origen de la filosofía y el de la astronomía.   La sorpresa, el asombro y la admiración son los tres sentimientos secuenciales de los que depende el estímulo mental, dice Smith.

Muy, pero muy recomendable.

Comments

comments

Comments are closed.