¿Sábes qué me parece un abuso y una humillación? que los padres de familia tengan que hacer colas y¡ hasta dormir a la intemperie! para conseguir que sus hijos sean inscritos en las escuelas estatales.
Seguramente la burocrácia podría hacer aquellos trámites menos groseros. Pero, sobre todo debería haber algún tipo de filtro que impida que personas que no tienen capacidad, o aptitud para seguir estudios lleguen al punto de disputarles espacios a personas que podrían aprovechar mejor la oportunidad de asistir a la escuela. Las escuelas estatales deberían darles prioridad a los chicos que no sólo tienen aptitudes académicas para estudiar, sino que están motivados para hacerlo.
Mucha gente cree que la educación es un derecho y que no se le puede negar a nadie; pero en realidad hay que revisar esas ideas. La pretensión de acceso a las escuelas, por parte de personas que no tienen la capacidad, ni la aptitud, ni el deseo de estudiar, no debería ser motivo para que la sobrepoblación obligue a los padres de familia a pasar penas como la de serenarse y dormir en la calle.
El caso que motivó estas meditaciones es en el Instituto Maacopmañ de Educación Básica en la zona 4 de Cobán; pero se da en muchos otros establecimientos estatales.