Otra “lección de economía” de Bergoglio

Jorge Mario  Bergoglio dijo que los alimentos que se tiran a la basura se roban de la mesa de los pobres, condenó la cultura del desperdicio y llamó a mejorar la distribución de comida en el mundo.

Es cierto que nadie con dos dedos de frente y algo de corazón no puede ser indiferente ante la pobreza y frente al hambre.  Y es cierto que da algo cuando hay que tirar comida que uno no ha consumido.  Pero Bergoglio se pasa al utilizar una frase tan dura como esa que iguala el robo, a tirar la comida a la basura.

Tu, que vas al mercado con el sueldo que te has ganado luego de trabajar; tu que intercambias ese dinero (que representa valor), por productos para comer, ¡¿ahora resulta que eres un ladrón porque no te comiste todo lo que te serviste?!  Bergoglio cree que sí, y dice que alguien debería distribuir mejor la comida en el mundo porque tu eres incapaz de hacerlo bien.   ¿Quién distribuiría la comida para satisfacer las exigencias del Papa?  Alguien, claro, ¿será un grupo de políticos y funcionarios? Que nos lo cuente Bergoglio.

Cuando el Papa dice que los alimentos que se tiran a la basura se roban de la mesa de los pobres, ¿en qué estará pensando?

Descartemos que Bergoglio quiere que cada vez que no te vayas a comer algo, lo empaques y se lo des a los pobres.  No creo que el Papa crea que los pobres sólo tienen derecho a comer sobras, o a vestir ropa usada.  Cuando era niño y no se comía todo lo que le servían, a un amigo su madre le decía que tenía que comerse todo porque había niños, en Africa, que no tenían que comer.  Y mi amigo le contestaba: Pues envíales lo que quedó en mi plato.   No creo que a eso se refiera Bergoglio, ni para los niños de Africa, ni para los del corredor seco, en Guatemala.

El Papa quiere que no haya desperdicio y que alguien distribuya bien la comida.  Sospecho que a Bergoglio no se le ha ocurrido elevar el ahorro, multiplicar el capital y mejorar la productividad para que la gente no tenga que vivir de pitanzas. El Papa lo dijo claro: quiere que dejes de robar y quiere que alguien distribuya la comida de acuerdo con algún criterio que -seguramente- no es el prevaleciente.

¿Qué otras opciones tiene el Papa? ¿Qué la demanda de alimentos disminuya para que bajen los precios de la comida y los pobres puedan comprarla más barata?  ¡Eso sería un desastre para los agricultores (que muchas veces no son la gente más rica del mundo)!  Tu, que entiendes algo de economía no bergogliana, sabes que si baja la demanda y la oferta permanece igual, lo que ocurre es que bajan los precios. Si todos dejáramos de comprar tantos alimentos como compramos, los productores de esos alimentos sufrirían pérdidas que los empobrecerían.  Sabes que reducir el consumo (por medio de la ley, o de cualquier otra forma de fuerza) desaliente la producción y empobrece.  Sabes que si pidiéramos menos comida en los restaurantes, para decir algo, habría menos empleo para meseros, fuenteros, pinches de cocina y demás. ¿Para qué te sigo contando?

Yo digo que, para resolver el doloroso problema del hambre, lo mejor sería enriquecer a los pobres, en vez de acusar de ladrones a los que no se comen todas sus verduras y clamar por el uso de la fuerza para imponer nuevos hábitos de consumo.  Digo, porque, ¿de qué otra forma puedes redistribuir mejor la comida en el mundo, sino usando la fuerza?

Cual Cerebro, en Pinky y Cerebro, Joseph Ratzinger -antecesor de Bergoglio- dijo que para gobernar la economía mundial…urge la presencia de una verdadera “Autoridad política mundial”.  ¿Andará en esto mismo el Papa actual?  Sospecho que sí.  Y cuando pones dinero en el cepillo,¿tú apoyas esas ideas?

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