Luego de que la ley antiadopciones monopolizó y concentró los procesos de adopción -e hizo muy cuesta arriba que las madres que no pueden, o no quieren criar a sus niños puedan darlos en adopción, a las madres que no pueden, o no quieren serlo sólo les quedan tres caminos: recurrir a la adopción ilegal, abortar a sus bebés o abandonarlos.
Los llantos de los chiquitos abandonados y los últimos suspiros de los bebés abortados debería atormentar a los promotores de la ley antiadopciones. No deberían dejarlos dormir. Los funcionarios, oenegeros, esposas de presidentes, y funcionarios diplomáticos que monopolizaron y centralizaron las adopciones, no deberían dormir tranquilos.
Se hizo mucho alboroto porque supuestamente había miles de adopciones ilegales; sin embargo…en todos esos expedientes presuntamente alterados y falsificados participaron notarios, jueces y funcionarios de la Procuraduría General de la Nación. Y, ¿contra cuántos de ellos existen procesos judiciales?
En estas cosas pienso cuando leo historias como las de los niños que han sido abandonados en La Antigua. En esas cosas pienso cuando me acuerdo de que ya viene la Navidad, y de que muchos niños volverán a pasar esa fiesta sin familia, porque sus expedientes todavía están pendientes de resolver por parte del Consejo Nacional de Adopciones, que es el monopolio de las adopciones en Guatemala.