Tengo un cuate que tiene una industria importante y nunca le vende al gobierno. Niente. No les vende a los políticos y a sus funcionarios para no entrar en el sistema de repartir comisiones; y no les vende porque sabe que no pagan.
La deuda flotante, por ejemplo, ya era un problema durante la administración de la Democracia Cristiana, hace añales. Los proveedores del gobierno saben que les van a pagar tarde, mal y nunca; a pesar de que han repartido las comisiones correspondientes. A ningún proveedor del gobierno le debería extrañar que no le paguen.
Por eso no siento lástima por las empresas constructoras a las que el Ministerio de Comunicaciones les debe Q3.5 millardos y que la Administración les va a pagar con papeles de deuda.
Para bailar la danza de la corrupción se requiere de dos: el que pide comisión y el que la dá.
Técnicamente eso es cierto, “Sergio: It takes two to tango”. Pero no todos los bailarines son moralmente censurables en todas las ocasiones.
Por ejemplo: si una persona “entra” a hacer negocios en los que la comisión es preexistente, sabe a lo que se está metiendo y es moralmente censurable.
Pero si una persona “entra” a hacer negocios en los que la comisión era inexistente y los funcionarios a cargo cambian las condiciones, de modo que no hacer el negocio le produciría pérdidas al primero, la situación es distinta. La carga moral censurable recae sólo en los que cambiaron las condiciones y harían el negocio imposible (sin pérdidas) pera el primer sujeto.
Igual cosa ocurre con las “mordidas”. Hay que distinguir los dos casos anteriores, y hay que distinguir cuando se trata de usuarios que necesitan servicios que los funcionarios prestan monopólicamente y no hay otra forma de conseguirlos. Como con los teléfonos cuando eran estatatales y monopólicos, la carga moral negativa recae sólo sobre los funcionarios que exigen “mordida” para dar acceso al servicio, y no sobre los clientes que “no tienen otro palo en que ahorcarse”
Gracias por llamar la atención sobre este punto importante; porque, precisamente, el caso de los proveedores del gobierno -en general- es uno en el que las comisiones y mordidas son preexistentes y bien conocidas.
Saludos.