¿Reforma fiscal, o alza de impuestos?

Otto Pérez Molina, precandidato presidencial del Partido Patriota, aseguró que la reforma fiscal es impostargable; cosa que tiene sentido sí, y sólo sí, por reforma fiscal se entiende detener el asalto al Presupuesto del estado y a los bolsillos de los tributarios.  No si sólo quiere decir elevar, o multiplicar los impuestos.

El candidato del PP -¡y cualquier otro candidato!- debe estar advertido de que ninguna supuesta reforma fiscal es admisible si primero los políticos y funcionarios en el poder no cumplen con:

1. Eliminar todos los programas que significan privilegios y tranferencias de recursos a grupos de interés particulares.

2. Una mejora sustancial y perceptible de la administración pública para evitar el desperdicio y la mala administración.

4. Una erradicación perceptible de la corrupción y de los abusos.

Una vez saneado el costo de tener gobierno, entonces se puede entrar a discutir si los ingresos de la Administración son suficientes, o no; y si es necesario que los tributarios sean castigados con más impuestos.

En todo caso, si vamos a admitir que es necesario pagar el costo de tener gobierno, los impuestos deben tener ciertas características para ser lo menos destructivos posibles:

a. Los impuestos deben ser neutros, o sea que no deben crear ventajas, ni desventajas para las personas que se dedican a una u otra actividad social.

b. Los impuestos debe ser simples, o sea que toda la población debe entender qué es, por qué lo está pagando y cómo lo debe pagar.

c. Los impuestos deben ser eficientes a largo plazo, o sea que no debe obstaculizar la formación de capital para no sabotear las oportunidades de progreso ni promover el estancamiento y el debilitamiento de la economía.

d. Los impuestos deben ser limitados;  porque  aumentarlos, no necesariamente implica que van a aumentar los ingresos fiscales.

Una supuesta reforma fiscal que no tome en cuenta estos elementos, no es más que otro esquema de expoliación y debe ser rechazado, de plano, por los tributarios sobre quienes pesa el costo de mantener programas de transferencia de recursos, programas de desperdicio y de mala administración, y programas que fomentan la corrupción; además de un sistema tributario que asfixia la prosperidad.

El mismo mensaje, por cierto, va para Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, que vino a presionar por más impuestos, sin prestar atención al mal uso que se les da a los recursos que los políticos extraen de los tributarios y a la responsabilidad que aquellos tienen frente a los que son expoliados.

Mi fuente favorita para estas meditaciones es Fritz Thomas. IVA, Impuesto sobre el valor agregado y otras consideraciones a los impuestos. CIEN, Guatemala, 1983. Este es un librito altamente recomendable para comprender la naturaleza de los impuestos y sus efectos.

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