El jueves pasé por el Parque Centroamérica, de Xelajú, a tiempo para ver cómo arriaban las banderas de Guatemala y de Quetzaltenango. Fue una ceremonia sencilla y sin pretensiones que creo que, con un poco de esmero, podría convertirse en un acto bonito y atractivo para los habitantes y los visitantes de aquella ciudad hermosa.
No en reverencia al estado y menos en un acto de sumisión ante las autoridades -pero sí en un acto que celebrara la libertad y los valores republicanos– el de arriar las banderas podría ser una buena oportunidad para pasar un buen rato y llevarse otro buen recuerdo.
Lo ideal sería que no fuera algo kitsch, sino una ceremonia con dignidad y elegante sencillez. El marco del parque y de los magníficos edificios que lo rodean se presta para iniciar una bonita tradición.