Muy apropiado me pareció que la firma de los acuerdos de pacificación sea celebrada con payasos, mimos y caritas pintadas. Y creo que el mejor artículo con respecto a aquellos acuerdos es el que publicó, hoy, Estuardo Zapeta: Una estafa llamada “paz”
No hubo paz; esa cosa fue un engaño; sólo nos cambiaron de guerra, y los ex guerrilleros, que ahora se codean con la “oligarquía”, contra la cual pelearon, han aprehendido, como perros de Pavlov, a degustar “Vega Sicilia”, con el pisto de nuestros impuestos. Vaya vueltas de la vida.
No, qué va, la paz ni vista ni oída. Esa fue cantos de sirenas rojinegras que en lugar de escamas tenían cuero suficientemente grueso, pero a la vez deslizante para navegar por las turbulencias políticas de un grupo que cambió la montaña por el hotel cinco estrellas, y las tortillas por parisino “baguet”, y los frijoles por caviar iraní.
La paz fue el arrinconamiento de los rústicos guerrilleros que hoy cobardemente no salen de las “asesorías” presidenciales, para no dar cara y saldar también sus muertes, sus masacres y sus fantasmas.
Por eso utilizan la “paz” como discurso; por eso, han convencido al rancio conservadurismo gachupín que cambiar de discurso puede costarles la ira europea o los “frutos de la ira” de los gringos. Y los gachupines tiemblan. Cobardes.
Y por eso los hijos de los conservadores se sientan hoy con quien sigue queriendo destruirlos, pero ya no bajo la premisa de la guerra armada, sino bajo el manto de “amistarse con los cachorros, ganarse con eso la confianza de los patriarcas, para luego destruir la especie”.
Ex guerrilleros de pico educado, o mejor dicho reentrenado, que aprendieron la letanía de la paz para subsistir en una guerra de antiguos fantasmas y del olor a muerte que les llega desde el mar. Me sorprende cómo citan a Giddens —fuera de contexto, por supuesto— y algunos atrevidos se han cambiado a Leoni y han dejado “Gramshí” —como dice un “culto” ex guerrillero—, y otros, sintiendo que el tren los dejó, quieren recuperar a Vargas Llosa, a quien siempre odiaron, según ellos por “derechista”. (A esos ex guerrilleros, los que corren detrás del tren de la posmodernidad, les recomiendo que empiecen por “Historia de Mayta”, y vean ese magnífico retrato con todo y final, de estos movimientillos de la, ja, ja, ja, “izquierda latinoamericana”; y, es que de veras, tenemos en Guatemala el retorno del Perfecto Idiota Latinoamericano . . . y europeo. . . y gringo, con esa retórica de “la paz”).
Nuestros ex guerrilleros aprendieron rápido el discursito ese de “las multiculturalidades, multietnicidades, plurilingüismos”, cuando antes esas eran para ellos “babosadas irrelevantes del poder intelectual de la clase dominante para subyugar al campesinado,” á la Díaz-Polanco, y de repente, oh Ajaw, oh Abuelas y Abuelos, resultaron cual “dominicos”, de defensores de los “indios,” y más “mayas” que mi primo Tekún, sí, por supuesto, defensores de “los indios brutos y mulas”, que se dejaron seducir por la gran paja y las huecadas de las “22 estrellas pequeñas representando la multiculturalidad de Guatemala, formando un círculo, con dos estrellas grandes en el centro que representaban el Campesinado y el Proletariado”, ay tú.
No hombre, si estos ex guerrilleros hasta de música cambiaron y Silvio, Pablo, y La Negra, junto con los “guaragua” —sos chucho— dejaron por el “jazzestructural”, verdad. Así de revolucionaria es la paz de los ex guerrilleros cinco estrellas.
No, no hubo paz, ellos sólo cambiaron de guerra.
siempre me he preguntado porque en este tipo de reflexiones se abstiene de comentar acerca de las fuerzas armadas. la otra parte de esta “paz”
Tiene razòn Tuxtor. Que yo recuerde (y corrìjame si me equivoco) usted, Luis, nunca ha señalado los crìmenes del ejèrcito ni menciona las masacres (628) que se menciona en el CEH. En el fondo, sospecho que usted es todavìa màs conservador que el “conservadurismo gachupìn” y los mercantilistas. Pobres estudiantes de la Marro, sòlo leyendo a Sabino y a usted; con tanta razòn ni el CACIF les hace caso.
[…] El reportaje destaca el lago de Atitlán y los precios bajos. Dice, también que es una buena opción frente a lugares populares como Costa Rica. También destaca la firma de la paz. […]
Lo más ridículo de la firma de la paz fue fijar una tasa de crecimiento anual del PIB, ignorantes!!! si fuera tan fácil sería mejor modificar el acuerdo y poner un crecimiento del 20% anual,para que ser tacaños ¿no creen?