Bobbio, la minifalda y la migración

Luiggi Bobbio, alcalde de Castelmare di Stabia, intentó prohibir las indumentarias femeninas muy sucintas y los juegos de fútbol improvisados -entre adultos-, en calles y plazas.  Eso está como cuando aquí, ciertos alcaldes cometen abusos parecidos al querer regular las vidas de las personas.  Tal fue el caso reciente de Chunimá; y las escandalosas intromisiones de Acatán para citar sólo dos ejemplos.

La noticia del alcalde bobo, perdón…del alcalde Bobbio, coincidió con la publicación de un reportaje que nos cuenta que una normativa de 1944 estipula que en Guatemala no puden vivir más de 657 chinos a la vez y que otra de 1928 les prohibía la entrada a individuos de nacionalidades turca, palestina, libanesa, árabe y síria; en tanto que una de 1932 les prohibió la permanencia en el país a los extranjeros que se dedicaran a buhoneros.

Aparte de lo absurdo y racista de aquellas normas, llama la atención que todavía están vigentes en el país que reclama un Estatuto de Proteccion Temporal para sus emigrados.  También llama la atención que los buhoneros a los que se refiere la norma del 32 generalmente eran gitanos, según contaba mi abuela, Frances.  Y lo de los gitanos tiene mucha actualidad por el lío que, por ese motivo, se le armó al presidente francés Nicolás Sarkozy.  Sin duda que aquellos eran otros tiempos, y menos mal que ya salimos de ellos.  ¿O no?

Yo digo que no.  Por ejemplo, en el país que reclama un TPS para sus emigrados no se mide con la misma vara a los emigrados de otros países que vienen, o pasan por La tierra del quetzal.  Tal es el caso de los chinos que se colaron en un encuentro cafetero en marzo pasado; o los 132 hermanos latinoamericanos que fueron expulsados en febrero de 2010.

Hay mucha hipocresía chapina en este tema.

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