A Antonio López Martín lo conocí durante el tiempo en el que él y yo coincidimos estudiando Derecho. Fray Antonio era capellán general de prisiones de Guatemala y todos en la clase coincidíamos en que era un padre a toda madre.
El padre López no pasó inadvertido por aquí. Fue autor de un libro llamado Cien años de historia penitenciaria en Guatemala, de la penitenciaría central a la Granja penal Pavón; obra que guardo con estima, no sólo porque muy informativa, llena de fotos y datos a ratos curiosos y a ratos perturbadores; sino porque que se deja leer con gusto y me fue obsequiada por el mismísimo padre López. A él, además, se le debe la energía que fue necesaria para restaurar la iglesia de Capuchinas en la ciudad de Guatemala. También pasó mucho tiempo en la iglesia de La Merced, en La Antigua Guatemala.
Cuando yo era cachureco buscaba el consejo del padreantonio; y nunca me recomendó un disparate, además de que me tenía paciencia. Seguramente muchos presos y expresidiarios sentirán la muerte de este capellán porque estoy seguro de que muchos de los que confiaron en él, nunca salieron defraudados.
La última vez que lo vi fue para la boda de mi prima Paola, hace relativamente poco. Ah, de verdad lamento que haya muerto el padre Antonio.
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