Tengo sentimientos encontrados con respecto a la Sexta avenida de la zona 1. Me gusta verla limpia y me gusta cómo están adquiriendo vida viejos edificios a los que siempre les he tenido cariño. Por eso voy por ahí de cuando en cuando. Pero me incomoda que la remodelación sea de una forma coercitiva y artificial Se ve que las autoridades municipales no aprendieron la lección que les dio Cuatro Grados Norte, y que insisten en sus planes constructivistas y racionalistas.
La Sexta Avenida está dejando de ser parte de la ciudad para convertirse en un mall; tengo la impresión de que le va a ocurrir lo mismo que le ocurrió al citado distrito de la zona 4 que fue egullido por la realidad económica y social chapina. A los planificadores les gusta imponer paletas de colores e imponerle, o prohibirle usos específicos a la propiedad ajena. Todo ello contra la naturaleza humana, y contra la naturaleza de la urbe. Y eso tiene costos que, en Cuatro Grados Norte no pudo aguantar la magra economía de los guatemaltecos, como creo que no los podrá aguantar en la nueva Sexta avenida.
Ahora andan, los constructivistas y racionalistas, con la novedad de que van a llenar de obras de arte aquel paseo. Por lo pronto comenzaron con unas esculturas de metal que están medianamente interesantes; y siguieron con jaguares de fibra de vidrio pintados de formas caprichosas. Y a la gente le gusta subirse en ellos y fotografiarse con ellos.
Mientras tanto, y al margen de la propaganda y del orpel, otros monumentos de la ciudad están en el abandono. Tal es el caso del monumento a Miguel Angel Asturias y el del Ferrocarril para mencionar sólo dos, que están dañados, que han sido saqueados y que están en el abandono. O el monumento a la Constitución, que es una caricatura.