El ministro de Finanzas de la administración socialdemócrata, Juan Alberto Fuentes, salió con la finta de que Guatemala es un país vulnerable ante el cambio climático y con que muestra de ellos son los embates ambientales que la han afectado. La erupción del Pacaya y la tormenta Agatha entre otros, supongo. Y por eso, dice Fuentes que el estado debe adquirir seguros para proteger cosas como el Palacio Nacional y el Centro Cultural Miguel Angel Asturias, entre otras.
Aparte de que el asunto sería muy caro (asegurar la presa de Chixoy podría costar unos $1200 millones, según Mariano Rayo, presidente de la Comisión de Economía del Congreso), y aparte de pensar que este es un negocio como otro y que podría implicar quién sabe cuánto en comisiones para las partes involucradas, ¡¿qué disparate es ese de traer a cuenta el cambio climático?!
¡Como si durante siglos y siglos no hubieran habido erupciones, terremotos, tormentas, inundaciones y deslaves! Yo creo que los funcionarios como Fuentes se pasan de listos, y quieren darnos atol con el dedo. ¿Desde cuando es que las erupciones, terremotos, tormentas, inundaciones y deslaves necesariamente tienen relación directa con el cambio climático? Desde Pangea, y antes, el mundo está en constante cambio; ¿sería el cambio climático el causante de la desgracia en 1541? A lo mejor sí porque lo único constante en la Historia de la Tierra, es el cambio.
El 11 de septiembre de 1541 un alud de lodo y piedras que vino del Volcán de Agua sepultó la entonces capital de Guatemala y a sus habitantes, incluida doña Beatriz de la Cueva, La Sinventura, viuda del conquistador Pedro de Alvarado. Debido a aquel desastre (¿A causa del cambio climático?) fue que la capital fue movida de las inmediaciones de la actual Ciudad Vieja, al Valle de Panchoy en donde hoy se encuentra La Antigua. Y, por cierto, con Agatha, los actuales habitantes de Ciudad Vieja sufrieron mucho por el agua, el lodo y las piedras.
He aquí, fragmentos de un relato acerca de aquel desastre: Hacía dos días que Beatriz había asumido la gobernación de Guatemala, pero al igual que todos en Santiago, tuvo que pasarlos encerrada en su casa. Achubascada la atmósfera, fuertes ventarrones arremolinaban ahora las lluvias, y el agua y el lodo que llenaban las calles las hacían intransitables…a medida que avanzaba la noche arreciaba el viento, embistiendo el palacio con tal fuerza que aveces parecía sacudir sus bases; la lluvia azotaba paredes y ventanas como lanzada por una mano gigantesca y maligna, y tronaba casi incesantemente; pero cada vez que se producía una pausa en la furiosa tormenta, Beatriz podía oír aullar al mismo perro. Ahora sus aullidos eran más vehementes, más ansiosos, más inquietantes…”¿Esta…esta es una tempestad muy fuerte!”, pensó, procurando no perder la calma….encontró a su ama de llaves en el pasillo. Tenía los ojos dilatados por el terror; venía en busca de Beatriz para avisarle que algo funesto estaba sucediendo afuera; bajaban torrentes de agua de la montaña, arrasando las chozas que se encontraban a su paso….De pronto, un ruido que más bien parecía una explosión, las sacudió a todas; procedía de las habitaciones de Beatriz, y al ir a la puerta vieron que el viento había arrancado una ventana; el agua estaba entrando a chorros por el hueco que quedaba, llegando hasta el vestíbulo en que se encontraban….En cuestión de pocos minutos reinaba el caos en la planta baja; las aguas se llevaban muebles, espejos, puertas y ventanas rotas y su nivel iba creciendo con velocidad alarmante. Afuera se oían tremendos crujidos; el agua y el viento arrancaban de cuajo árboles enteros que luego chocaban contra los muros del palacio al ser arrastrados por la corriente…la casa se estremeció; una de sus paredes se vino abajo y un raudal turbulento de agua y lodo se precipitó dentro de la casa…y la turbia corriente arrebataba también a nueve mujeres cuyas bocas se llenaban de agua al abrirse y pedir auxilio…
Maca Barret. El caballo rojo. Editorial José de Pineda Ibarra, Guatemala, 1962. Pp. 407-415
La foto es de los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango desde la ciudad de Guatemala. Fuego es el que está echando humo.
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This entry was posted on lunes, junio 7th, 2010 at 10:08 am and is filed under desastres, Guatemala, Historia, Juan Alberto Fuentes, literatura, volcanes.
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