El fracaso de la CNEE, del MEM, y del subsector eléctrico

La desmonopolización de la prestación de servicios telefónicos y la de la generación de energía eléctrica se hicieron realidad, en Guatemala, poco más o menos en la misma época; y ambos procesos ha producido resultados muy distintos.

En telefonía hay tres empresas compitiendo por precios y servicios hasta el punto de que hay empresas que regalan los aparatos y de que, en Guatemala, las tarifas son bajísimas. En telefonía hay más números asignados, que habitantes de la República. En telefonía, ¡hasta los mendigos tienen teléfonos móviles!
En cambio, en energía eléctrica, esta se sigue produciendo mayoritariamente por medio del petróleo, ¡en un país lleno de ríos y de potencial geotérmico! Hay una inmensa cantidad de pobres que no tienen luz. Casi no hay inversión en nuevas fuentes de producción y nos acercamos de nuevo a como estaban las cosas a principios de los años 90. ¿Recuerda, usted, los apagones de 6 horas? ¿Recuerda que mucha gente tuvo que importar plantas generadoras de emergencia?
Este estado de cosas se debe, principalmente a los marcos jurídicos que definieron ambos procesos. Mientras que el marco de la telefonía era uno de libertad y dinámico; el de la energía eléctrica era uno controlador, administrativo, tendiente a lo estático, e inflexible. El espíritu libertario guió al primer proceso, y el espíritu estatista guió al segundo proceso. Y a todo esto, hay que sumarle la alcahuetería de quienes ejercen el poder, para con aquellos grupos que obstaculizan y socavan las inversiones que hace años que se deberían haber hecho para desarrollar nuevas fuentes de producción.
La Comisión Nacional de Energía Eléctrica, el Ministerio de Energía y todo el sector público de la electricidad (¿con la complicidad de algunos grupos del sector privado eléctrico?) están fracasando miserablemente en cuanto a sumar nueva generación y a expander nueva generación. Hace años que no tomaron las decisiones necesarias para evitar la dependencia del petróleo, y no están tomando las decisiones necesarias para detener esta dependencia y abrir nuevos horizones.
¡Nos están condenando a pagar más y nos están condenando a apagones! Y cuando haya apagones, habrá desempleo porque -como ocurrió en los 90- cuando no hay energía, no la hay para la industria, ni para el comercio, ni para el agro.

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