El régimen de Pekin le exigió a Barack Obama que cancele su encuentro con el Dalai Lama, programado para el 18 de febrero próximo, y el gobierno de los Estados Unidos de América ha rechazado la impertinencia china. El portavoz gringo, Robert Gibbs, dijo que el Dalai Lama es un líder internacional muy respetado que ha actuado en defensa de los derechos de su pueblo.
En 1950, el ejercito rojo de China invadió Tibet, e incorporó esa región y a aquella gente al régimen totalitario que lidereaba Mao Tse tung. Es cierto que los tibetanos vivían bajo un régimen feudal; pero el régimen feudal -culturalmente propio- fue sustituido, por la fuerza, por un régimen totalitario, culturalmente ajeno. No hay justificación moral alguna para la sustitución forzada de un régimen y de desigualdad ante la ley y de irrespeto a los derechos individuales, por otro igual, o peor.
¿Qué clase de régimen es el de Pekin; y qué autoridad moral tiene? He aquí cuatro ejemplos que ilustran la naturaleza de quienes ejercen el poder en China Popular:
Quienes, con entusiasmo promueven relaciones comerciales con los chinos del continente, olvidan que muchos de los productos que ofrece China roja son consecuencia deliberada de trabajos forzados.
El peor democidio en la historia de la humanidad no fue el de Hitler, ni fue el de Stalin; el peor fue el de Mao.
La espantosa política de un sólo niño, en China continental, sigue costando vidas.
La libertad de prensa es constantemente violada por el régimen de Pekin.
Y uno puede seguir así, en esa línea, con una lista de actos que desautorizan moralmente a China roja y al régimen criminal que la gobierna.
