¿Brutas, o cabronas?, en escena

Podría haber sido una sucesión poco más o menos inconexa de chistes machistas y feministas; pero no. ¿Brutas, o cabronas? es una meditación, salpicada con ingenio y buen humor acerca de la autoestima como fundamento para el éxito de una relación de pareja, el matrimonio, la guerra de los sexos, la primera cita, el primer amor, y la primera desilusión. También desde perspectivas como el menú de degustación de hombres y la clasificación de las mujeres comparadas con las secciones de un supermercado.

Producida por Marsha Pamela López e interpretada por Lizette Fernández y Susana Campins, ¿Brutas, o cabronas? se basa en los libros Los caballeros las prefieren brutas, de Isabella Santo Domingo; y en el Manual de la perfecta cabrona, de Elizabeth Hilts. Yo la vi anoche y la pasé muy bien. Está en La hacienda de los Sánchez y usted puede reservar su lugar en el teléfono 2363-5040.
Además, esta producción es en beneficio de la obra que hace el Consejo Nacional Empresarial en Prevención del VIH, en prevención de la transmisión vertical de aquel virus.
Lo único que a mí siempre me decepciona de estas presentaciones no es culpa de los productores, ni de los actores; es del público. A mí siempre me decepciona el público que estalla en carcajadas y aplausos cuando oye palabrotas en las tablas. Me causa un no se qué el público que es incapaz de captar ironías y sutilezas; pero que enloquece de gozo cuando oye la palabra mierda. Me da grima el público que cree que decir mierda en un escenario es audaz, transgresor y el colmo de lo divertido.
Una buena palabrota, bien puesta y en el momento oportuno es un recurso muy útil. Y es una lástima que vivamos en una sociedad que se alborota cuando se haga uso de ese recurso.

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