Hubo simpre y habrá contrabandistas
que al gobierno defrauden sus caudales,
a pesar de los guardas, de los vistas,
los administradores, los fiscales;
inútilmente los economistas
con su ciencia y sus fórmulas legales
el medio de evitarlo van buscando:
¡Mientras más leyes hay, más contrabando!
Y yo de sopetón, sin que se entienda
que en materias que ignoro me entrometo,
a la dificultad hallo la enmienda;
y la quiero callar con el objeto
de colocarme al frente de la hacienda:
cuando la obtenga se sabrá el secreto,
que, en reserva, sin tropas y sin balas
consiste en suprimir las alcabalas.
Sucederá, también, que los trabajadores, los indígenas y los campesinos más pobres -que no pueda pagar los altos precios del guaro encarecido por los impuestos- comprará licor de menor calidad. Y seguramente habrá gente que ponga en riesgo su salud, ya de por sí precaria, al ingerir alcoholes de dudosa procedencia. El costo de esa farsa que se conoce como salud pública crecerá, y el valor de la recaudación disminuirá más en vez de crecer.