Un lustre en el Parque Centenario

Echarse un lustre, en el Parque Centenario de la ciudad de Guatemala era algo que había que hacer alguna vez en la vida. Ilo tempore era una costumbre de hombres de negocios, intelectuales, políticos y otros miembros de la fauna del Centro Histórico, que ahora lustran sus zapatos en otros espacios y en otras circunstancias.
Yo me eché mi primer lustre, ahí, c. 1974 ya que en aquel entonces solía capearme del colegio por las tardes y aprovechaba ese tiempo para pasarlo en el Parque Central (adyacente al Parque Centernario) y sus alrededores. Tenía entre las dos y las cuatro para pasármelas en la Biblioteca Nacional, explorando los edificios del área, o guiando turistas a cambio de un helado, o de unos centavos. Y, cuando me abundaba el dinero -cosa que no ocurría con frecuencia- me echaba un lustre mientras leía un libro, o una revista para sentirme importante.
En la caja de lustre hay tintes, pastas, cepillos, trapos y protectores de calcetines. Las cajas suelen ser de madera, decoradas al gusto del propietario y diseñadas para que el cliente pueda poner sus zapatos con comodidad y seguridad. Cuando yo era niño, mi hermano y yo teníamos nuestra caja de lustre porque se esperaba que cada noche lustráramos los zapatos que íbamos a usar al día siguiente. Eso, por supuesto, no ocurría con la frecuencia deseada, ni era algo que pasara voluntariamente.
Hace poco necesitaba un lustrador para que hiciera lo suyo con mis zapatos, en mi casa. Bajé a la calle y cerca de mi casa encontré a dos. Uno era evidente que estaba borracho; y el otro, que no tenía mejor aspecto, me respondió que él no se movía de donde estaba. En defensa de los lustradores, los hay muy responsables y laboriosos; tal es el caso de Tomás el que mantiene mis zapatos brillantes.
Cuando era niño, durante las vacaciones en Panajachel, un par de veces tomé pan de la cocina para compartirlo con los lustradores a cambio de escuchar sus historias acerca de ir a cangrejear (actividad que yo disfrutaba mucho) y de otras aventuras propias de niños.
El Parque Centenario ya no es el lugar agradable y seguro que era antes; y aunque está siendo remozado, los problemas principales son la inseguridad y la inmundicia. Con todo y todo, todavía es un espacio rico en imágenes sorprendentes; y vale la pena pasar por ahí algún día y echarse un lustre.
La foto es por Raúl Contreras, de Así es la vida.

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  1. Típico lo del lustre en el parque (buenos recuerdos).El parque centenario (y la zona 1 en general) poseen ese mágico atrayente cultural e histório. Aun me encuentro esperanzado de que sea un lugar en el cual se pueda caminar sin voltear a ver atrás con desconfianza.