Este diálogo sucedió en realidad. Doña Mari, perdone que la moleste; pero ya pasé a la iglesia y el padre no está y yo necesito que le echen la bendición a mi hija…y yo confío en usted ya sabe, dice una madre verdaderamente angustiada, acompañada por su hija de unos 19 años. Pase usted, con gusto, contesta Mari; pero ¿por qué es la prisa? Y a esa pregunta, la madre contesta: Es que va a pagar una extorsión, y yo quiero que diosito la acompañe y que regrese viva.
Qué tremendo, Luisfi. Me congelaste la sangre.
Ante el rotundo fracaso del gobierno, no queda mas que atenerse a la voluntad de Dios.Pero…y los que no tenemos religión?y los ateos?Esos son los que tienen la esperanza en propuestas reales y tangibles como ProReforma
¡Que obscena realidad!
Cruda realidad, no baja con agua, baja con sangre y dolor.