Hoy se celebra el Día de Sant Jordi o Día del Libro, ocasión en la que, en Cataluña, la gente obsequia libros y rosas; así que si alguien quiere regalarme un libro y una rosa…pues bienvenidos sean. Según mi amiga, Adelaida, hoy también es 12.19.16.5.0; 3 ahau, 3 pop…para lo que sirva.
Filosofía, quién la necesita, por Ayn Rand;
Meltdown, por Thomas E. Woods;
El sueño de los justos, por Francisco Pérez de Antón;
The Evolution of Civilizations, por Carrol Quigley; o
A Conflict of Visions, de Thomas Sowell, son buenas opciones. Que no quiere decir que no agradezca otras posibilidades.
Coinciden en esta fecha la celebración de aquel personaje que venció a un dragón; y la conmemoración de los fallecimientos de Miguel de Cervantes, de William Shakespeare, y de Garcilaso de la Vega (con algunos ajustes muy convenientes debido a las diferencias entre los calendarios juliano y gregoriano). Igual da la cosa, porque lo importante es celebrar los libros.
Yo aprovecho para homenajear a las personas que más tuvieron que ver con mi gusto por la lectura: Mi padre, cuya figura sentada al atardecer en la sala de la casa, con un libro en una mano (y un trago en la otra), me inspiró para imitarlo y tratar de leer Hamlet; Mi abuela, Frances, y mi tía Baby, que me obsequiaron muchísimos libros, y me introdujeron al mundo de Ayn Rand y al de las novelas históricas; y a Conchita de Castellanos, que me regaló Corazón, de Edmundo de Amicis, que fue mi primer libro propio.
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This entry was posted on jueves, abril 23rd, 2009 at 3:46 pm and is filed under costumbres, Luis Figueroa, tradiciones.
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Que recuerdos tan hermosos a la par de los libros.Corazón es también uno de esos tesoros que guardo con mucho cariño en mi bibliotequita. De las pocas cosas que tengo de mi padre es el gusto por la lectura. Y basta para tener un buen recuerdo de él.Ssalud
¡Qué curioso! Corazón también fue mi primer libro propio, me lo regaló mi tía Elizabeth por aquellas épocas en que me hospedó en su casa y me dejó dormir en su biblioteca.
Corazón no fue mi primer libro, pero si es uno de mis favoritos. El primero que leí fue “Doña Barbara” de Romulo Gallegos, y me llego en forma casi predestinada, mientras buscaba algo que hacer en una tarde de mucha lluvia. Tenia yo 12 años y un aburrimiento gigantesco, así que buscando lo que no se me había perdido abrí un ropero en el que mi papa guardaba libros. No es que el leyera, a decir verdad no paso de segundo primaria, pero compraba libros para que nosotros no tuviéramos que salir a la calle. Me llamo la atención por el nombre y lo leí con curiosidad. No entendí la mitad de las palabras allí escritas, pero hubo algo que me embrujo, que me sorprendió. Y fue la idea de que había un mundo aparte del que yo conocía, un mundo con caballos, toros, grandes extensiones de terreno, selvas intrincadas, personajes pintorescos, intrigas y romances, un mundo en que se enfrentaban dos ideas contrarias. Quise saber si había más libros con historias como esas y así nació mi amor por la lectura. Y hoy lo celebraré empezando a leer mi reciente adquisición: El Manantial de Ayn Rand.