Chávez es dama; y Los Colom son cualquier cosa

Hugo Chávez pasaba por el barrio y, sin avisar, decidió hacerle una visita a Fidel Castro. Y el tirano cubano lo recibió ¡dos veces!

La semana pasada, sin embargo, Alvaro San Nicolás Colom llegó anunciado, iba loco de contento con su cargamento y le llevó a Castro obsequios preciosos: La Orden del Quetzal y la dignidad de los guatemaltecos. ¡Y Castro no le dio chibola! ¿Cuál fue la excusa que Raúl Castro le ofreció al presidente socialdemócrata chapin para explicarle por qué es que Fidel no lo había recibido? Le dijo que su hermano sólo recibe damas; y que por eso se había reunido con las presidentas Bachelet y Fernández, y no con él.

Ahora bien, un ejercicio de lógica formal elemental nos dice que: Si Fidel sólo recibe damas, y Fidel recibió a Chávez; entonces Chávez es dama. Claro que el silogismo no resiste un análisis desde el punto de vista de la lógica material, pero igual es divertido.

Lo que no tiene gracia es el otro ángulo de este asunto: La recepción que recibió Chávez, aún en el contexto de una visita no anunciada, contrasta con la frialdad y el desprecio que recibieron San Nicolás y su esposa Sandra Evita Torres. Primero porque si el tirano sólo recibe damas, da pena que no haya recibido a Evita (aunque se entiende porque técnicamente no es la jefa del gobierno); y segundo, porque se confirma la hipótesis de que no es cierto que Fidel sólo reciba a damas (porque ha recibido a Daniel Ortega, a Evo Morales y a Lula Da Silva), y porque lo que sí es cierto es que el tirano sólo recibe a personajes a los que les asigna cierto grado de importancia. Grado que es más que evidente que no tienen San Nicolás ni Evita. Y peor aún, rango que en La Habana no tenemos los guatemaltecos, cuya dignidad fue pisoteada, no por Fidel, que es irrelevante; sino por Los Colom.

Hoy, por cierto, el secretario de Comunicación, Ronaldo Robles afirma que a la administración “no le quita el sueño” el desaire de Castro; sin embargo, si así fuera, Evita no se hubiera tomado la molestia de reclamarles a sus diputados por su falta de lealtad al no defender a Presidente en ese lance. Y francamente sí debería incomodarlos, porque la verdad sea dicha, el ridículo ha sido mayúsculo.

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