En Indiana, David y Theresa Holt tenían un hogar para un niño guatemalteco; pero luego de la aprobación de la ley antiadopciones en este país, hace un año, el hogar de los Holt va a ser para un niño ruso. Lea la historia completa aquí, en inlgés.
En aquel estado de la Unión Americana, en hace cuatro años fueron hechas 635 adopciones internacionales en tanto que en 2007 la cifra bajó a 537 y en 2008 hubo sólo 477. La mayoría de esas adopciones fueron de niños de Guatemala y China. Y las cifras así de frías dicen poco; pero lo que implican, ¡y es lo importante!, es que cada vez menos niños encuentran hogares. Cada vez más niños se quedan en los orfanatos. Cada vez más niños ven sus corazones rotos.
Este es uno de los efectos de la ley antiadopciones; pero el otro efecto asusta más: En Guatemala hay unos 65 mil abortos al año, y seguramente muchos de ellos podrían ser evitados si las adopciones no hubieran sido estigmatizadas y si dar a sus hijos en adopción -a gente como los Holt- fuera una opción para las madres que no pueden, o no quieren tener niños.
La historia que publicó el Indystar.com acerca de los Holt y su experiencia en Guatemala es un ejemplo de los centenares de casos similares que hay. Cientos de cunas vacías y cientos de corazones rotos. Ese es el legado de los criminales que promovieron la ley antiadopciones chapina.
Si le interesa el tema, un reportaje sobre adopciones fue publicado por El Periódico.