La parte más difícil de hacer un buen pie es la pasta. Esto es porque debe salir dorada, crocante y suelta. La mayor parte de la gente (incluido yo) amasa demasiado la pasta y por eso le sale aplastada. Eso aprendí, ¡por fin!, el miércoles termprano mientras veía a mi madre hacer el San Isidro Pecan Pie para la cena de la Nochebuena.
Mi madre hace los mejores pies del mundo (sin chauvinismo), no sólo porque sus rellenos son magníficos, sino porque domina perfectamente el arte de la masa. Este arte se lo aprendió a mi abuela, Frances, cuyos pies eran memorables. Muchos de los pies que hacemos en casa son con recetas de cuatro generaciones atrás. El hula pie, y el pie de ruibarbo, por ejemplo, son recetas de la abuela de mi abuela.
Entre los pies dulces que se hacen en casa, mis favoritos son los siguientes: mincemeat pie, de manzanas, de limón, Barbara Fritchie, San Isidro y de ruibarbo. También el de queso, pero este no lleva la pasta normal y es receta de mi tía Rita. Entre los salados, mis favoritos son: el de pollo con tomate, el de pollo con hongos y el de cebolla. Otros pies van y vienen, pero estos son mis favoritos.
El pie de pecanas y el Barbara Fritchie me gustan fríos; pero si hay helado, son mejores calientes. El pie de manzana es delicioso si se le añade queso; y mi abuela decía que apple pie withouth cheese is like a hug without a kiss.
Los pies de mi madre y de mi abuela tienen otras características clásicas: el modo en que le dan forma al borde del pie; y la decoración de hojas que le ponen a la pasta que cubre los pies tapados como el mincemeat y los de pollo. Cuando era niño, recuerdo que siempre le pedía a mi abuela que cambiara la decoración; y ella se rehusaba por que esa era la que le había enseñado a ella, su abuela, cuando ella era niña.
Cuando eramos niños mi madre y mi abuela solían dejarnos los recortes de masa para que hiciéramos palitos de queso. A la masa le añadíamos quesos parmesano, o cheddar y un poco de sal. Los amasabamos debidamente y los cortábamos en forma de palitos para luego hornearlos y comerlos.
Veo, mi querido Luis, que el arte de los pies también es una ciencia. Mmmmmmmmmmm todo lo que describes me parece un fascinante obsequio para el paladar. Saludos.