¿Por qué existe el contrabandista? Porque alguien le pone al libre intercambio una barrera artificial y pretende cobrar por retirar aquel impedimento.
No hay contrabando si una persona de Huehuetenango intercambia con otra de San Marcos porque nadie ha puesto una barrera artificial entre esos dos departamentos guatemaltecos, ni pretende cobrar por levantarla. En cambio, si alguien de Coatepeque, quiere intercambiar con alguien de Tapachula, sí hay contrabando. ¿Por qué? Porque existe una barrera, llamada frontera; y porque los gobiernos pretenden cobrar por permitir el intercambio.
También existe el contrabando porque hay necesidades y hay oportunidades. Si el producto A es más barato en Huehuetengango que en San Marcos, la gente de Huehue es libre de ir a adquirirlo a San Marcos, o de pedir que se lo traigan, sin mayor problema y sin sobreprecio. Pero si el producto A es más barato en México que en Guatemala, la gente de Guatemala no es libre de ir a adquirirlo a México, o de pedir que se lo traigan, sin tener que enfrentarse a burócratas corruptos y sin tener que pagar impuestos, o mordidas.
El contrabandista es un comerciante que ha sido convertido en delincuente por una decisión política y de ignorancia. Es un comerciante que -si no fuera por las barreras y los cobros que imponen los gobiernos- serviría a sus clientes de forma pacífica y voluntaria.
Por eso me pareció lamentable que, en el Congreso guatemalteco, haya sido rechazada una propuesta para reducir las fianzas que se les imponen a aquellos intermediarios que son vilificados como contrabandistas y son capturados. El contrabando es un delito que sólo es “malo” porque está prohibido, y que no es malo por sí mismo. Eso debería ser tomado en cuenta por jueces y legisladores.
Usted dirá que el contrabandista perjudica a aquellos comerciantes que sí acatan las prohibiciones y los cobros y operan dentro del marco impuesto políticamente; pero la solución para eso no es criminalizar a un grupo de intermediarios. La solución es levantar las barreras y erradicar los cobros para que todos puedan intercambiar libremente y para que todos (y no sólo unos) se beneficien de esa posibilidad.