Tengo más de 15 años de ir a la playa de Monterrico y generalmente lo hago en diciembre. Me gusta esta época porque no hace mucho calor y porque coincide con la temporada de liberación de tortugas.
Estas son baules, criadas en el centro de conservación que allá tiene la Universidad de San Carlos de Guatemmala.
Durante los meses de crianza, todos los días a las 5:30 p.m. son soltadas al mar docenas de pequeñas tortugas. Y quien sabe cuál es su destino, ni cuántas sobrevivirán. Algunas de ellas, claro, volverán a esa misma playa a desovar cuando hayan alcanzado la adultez.
Lo bonito de la liberación de las pequeñas crías es que por $1.30 uno “apadrina” a una tortuguita y puede uno ser quien la suelta al mar. Cada vez que hago eso me acuerdo de una canción de que oía de niño. La canción hablaba de una torguga que cruzaba el Atlántico y se llamaba Manuelita. Y la canción decía : Manuelita,¿a dónde vas?, con tu traje de malaquita, y tu paso tan audaz.
También me acuerdo de lo mucho que me gustan la sopa de tortuga y los huevos de parlama. Esto me lleva, por supuesto, a la parte culinaria de mis excursiones a Monterrico. Para mí es impensable ir a aquella playa sin cenar pez sierra, fresquísimo, en El Divino Maestro, un comedor que queda en la calle principal de aquella población. Bien frito, con ajo y limón, un pez sierra de El Divino Maestro me gusta acompañado por un par de cervezas heladas.
Monterrico ha cambiado mucho en el tiempo que tengo de visitar esa playa; sin embargo, todavía es un lugar encantador. A pesar de los desgraciados que pasan en moto por la playa y de ya no es un lugar remoto.
Buena onda por la recomendación para el pescadín y las chelas pues como cuesta encontrar algo bueno y barato por allá; y comparto lo mismo de las motos en la playa deberían ser reguladas más en la noche cuando la mara regresa de la disco a los chalets bien a tuza.
MANUELITA!!!!!!!!!!!!! Hoy me hizo el día Luis, y me transportó también a mis caminatas en arena, persiguiendo tortuguitas… ¡Feliz año!
[…] roja e intensa. Me revolcó el mar, como corresponde; y comimos muy sabroso. No vi ballenas, ni tortugas, ni cocodrilos, como en otras ocasiones; pero disfruté mucho a mi […]