Una cacería de brujas

El 11 de agosto pasado, con lujo de fuerza y en medio de un espectáculo mediático, la Policía Nacional Civil, el Ministerio Público y la Procuraduría General de la Nación “rescataron” a 46 niños que estaban en una casa cuna. Según las noticias, los niños se hallaban en una casa cuna clandestina, e iban a ser dados en adopción de manera ilegal.

Sin embargo, hoy se conoció que el Juzgado Primero de la Niñez y la Adolescencia le devolvió los niños a esa casa cuna, la Casa Quivirá, porque resultó que no había nada malo en el asunto.

Durante el operativo de agosto dos notarias fueron capturadas. Josefina Arellano, procuradora de la Niñez, expresó que no tenían la documentación completa de los niños y que la que existía constaba de escritos notariales, pero ningún caso era tramitado en juzgado. El comisario Luis Sul expresó que luego de recibir algunas denuncias, se iniciaron investigaciones que derivaron en el allanamiento. La Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia corroboró que ese hogar no estaba autorizado.

El allanamiento duró 14 horas. Se hicieron presentes 15 efectivos de la Policía y dos unidades del MP. Se armó un alboroto porque el propietario de la casa era extranjero.

En medio de todo, los niños de Casa Quivira sufrieron serios quebrantos de salud, y siete tuvieron que ser trasladados al Hospital Regional y a centros asistenciales de la capital.

Un círulo vicioso de desinformación entre sectores interesados, periodistas, diplomáticos y grupos políticos está acabando con la noble institución de la adopción. Gracias a ese juego macabro, a miles de niños les ha sido negada una vida mejor más allá de los muros del orfanato, o de las redes de la burocracia lenta y corrupta. Hubo 4,918 adopciones el año pasado, y sólo 2,845 en este año. Mucho de este escándalo es una fabricación que responde a intereses oscuros; ya que hasta Rosa Máría de Frade, ex vocera de la presidencia y actual diputada electa ha confirmado que no está demostrado que los supuestos robos de niños estén vincluados a procesos de adopción.

El caso de la Casa Quivirá fue una típica cacería de brujas. Y los niños fueron los más perjudicados.

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  1. Lamentable, no hay otra forma de verlo. ¿15 efectivos para un operativo en una casa cuna, mientras hay sectores dominados por las maras y el crimen organizado? Mhh, la suma no me cuadra.

  2. Lo más triste de todo: La exhibición de la supuesta fuerza pública que más responde a intereses privados, emulando a alguna mala serie de policías. Y los niños. Pobres niños.