15
Jun 19

“Nebaj”, una peli que recomiendo que veas

Nebaj me conmovió. Primero porque la historia de Tomás Guzaro y de su escape del fuego al frente de su aldea, en los peores días del enfrentamiento armado interno es una historia espeluznante y de altísimo contenido humano; segundo porque -con licencias y todo- aquella historia está bien contada en la peli; tercero, porque tuve el honor de conocer a Guzaro ca.2015; cuarto, porque es espantosa la capacidad de odio y maldad que tienen algunas personas y quinto, porque es admirable la capacidad de todo lo contrario, que tienen muchas personas.

Fernando Cuautle interpreta a Tomás Guzaro.

He dicho, y repito que la peli recoge y transmite muy bien la historia de Tomás Guzaro y su gente.  Si, lo hace con licencias frente al libro, pero no lo hace mal.  Cuando ves la película puedes compartir los miedos, las angustias y la indignación que sufrían miles y miles de personas atrapadas entre dos fuegos y a merced de revolucionarios rabiosamente revolucionarios.  A merced de la violencia y del terror.

El casting de la película es estupendo y la actuación de Fernando Cuautle, como Tomás Guzaro es magnífica.  La musicalización consigue sumergirlo a uno en las escenas de la película y los sentimientos correspondientes.  Las escenas de acción son muy bien logradas.

Escena en la que los guerrilleros amenazan a la esposa de Tomás Guzaro.

Te comparto un párrafo del libro que inspira la película, para que tengas una idea de lo intensa que es la historia: Los guerrilleros llegaron a nuestra aldea… y forzaron a cada persona capacitada a unírseles… Tuvimos que ir a sus campamentos… en las selvas bajas del Ixcán, como a unos cuatro días de camino desde mi aldea Salquil Grande. Nos entrenaron para pelear, nos enseñaron que matar a los hombres era como matar perros, que los hombres no tenían alma y que al morir solo servían como abono para la tierra… Nos dijeron que nos matarían si no lo hacíamos. Algunas veces aceptaban dinero a cambio de dejar de amenazarnos… Pero… solo la gente que había trabajado en las fincas tenía efectivo, y los guerrilleros ya no nos dejaban ir a trabajar allí, esta es parte del testimonio desgarrador y heroico de Tomás Guzaro, pastor evangélico que, en 1982, ayudó a su gente a escapar del fuego entre la guerrilla y el Ejército. El mismo se halla en Escaping the fire, por Tomás Guzaro y Terry McComb.

Campesinos son amenazados y golpeados por los guerrilleros.

La peli tiene sus talones de Aquiles, eso sí.  Por ejemplo: la música de la escena de enamoramiento y los pajaritos que lo acompañan cayeron en lo cursi. Un edificio se ve en el fondo de la selva.  El abuso de la palabra Hueco, en la escena del desnudo, distrae de la intensidad y profundidad de lo que dice el protagonista. No cuento esto para restarle méritos a Nebaj, sino porque me conmovió tanto que de verdad hubiera querido que no estuvieran allí, ni así.

Por cierto que el libro ya ha sido traducido al español y está disponible en la librería del Fondo de Cultura Económica y en UFM Ediciones.


07
Jun 13

Otro intento de censura

La Administración Pérez no se dejó arrinconar en la asamblea de la OEA, y no firmará una iniciativa que dice que los Estados se comprometen a prevenir, eliminar, prohibir y sancionar todo acto o manifestación de discriminación incluyendo cualquier material que apruebe, justifique o defienda actos que constituyan o hayan constituido genocidio o crímenes de lesa humanidad, según se definen en el derecho internacional, o promueva o incite a la realización de tales actos*.

¡Por supuesto que es inmoral aprobar, justificar, promover, incitar o defender el genocidio y los crímenes de lesa humanidad! Pero en el contexto de que la exguerrilla y sus aliados acaban de intentar una ley mordaza para penalizar la discusión del genocidio, la intentona de conseguir la mordaza en la OEA no debe pasar inadvertida. A la exguerrilla no le gusta que se la contradiga. Le arde que se recuerde que ellos les llevaron la guerra a los Ixiles [ve Guatemala, la historia silenciada, tomo II, por  Carlos Sabino; y Escaping the Fire, por  Tomás Guzaro y  Terri McComb] . No les gusta que se recuerde que llenaron la Sexta Avenida de hoces y martillos, ni que se hable de la dictadura del proletariado, ni de los secuestros [y otros delitos] que cometieron durante el enfrentamiento de 36 años. No le conviene que la gente se dé cuenta de que su definición arbitraria de genocidio no se ajusta a la tipificación de ese delito. Y si pueden prohibir la libertad de expresión, para impedir aquello, van a hacerlo.

¡El genocidio y los crímenes de lesa humanidad deben ser punibles!; pero su discusión no debe ser amordazada y no debe señalarse como genocidio, lo que no lo es. En una sociedad sana, los derechos individuales (como la libertad de expresión, aun de asuntos que nos repugnan) deben prevalecer sobre los intereses de grupos particulares (como el de prohibir las expresiones que contradigan sus opiniones).

En Guatemala existe la figura de la Apología del delito [artículo 395, del  Código Penal]; norma razonable, general y transparente que penaliza el elogio, la solidaridad pública, y la glorificación de un acto que, con fuerza de cosa juzgada, haya sido declarado delictivo. No hace falta –y es inadmisible– una norma política, específica y oscura que castigue la discusión abierta y franca de si hubo delito, o no lo hubo.

Columna publicada en El Periódico.

* En la version original e impresa de esta columna no hay espacio para detalles; pero es importante anotar que este texto forma parte de una pretendida convención interamericana contra toda forma de discriminación e intolerancia.  Y, ¿cómo se define la intolerancia en ese contexto? Como el acto, o conjunto de actos, o manifestaciones que expresan el irrespeto, rechazo o desprecio de la dignidad, características ,convicciones u opiniones de los seres humanos por ser diferentes o contrarias. Puede manifestarse como marginación y exclusión de la participación en cualquier ámbito de la vida pública, o privada de grupos en condiciones de vulnerabilidad, o como violencia contra ellos.  La pretensión de amordazar se hace evidente cuando una normativa basada en aquellas consideraciones podría penalizarte por rechazar convicciones u opiniones de otros porque son diferentes, o contrarias a las tuyas.  Resultarías intolerante, por ejemplo, si rechazaras la continuación de la guerra perdida contra las drogas, la prohibición del matrimonio igualitario, la propaganda a favor de la idea de que en Guatemala hubo genocidio durante la guerra de la URNG, para citar tres ejemplos que ocupan los espacios públicos y privados de opinión y discusión.