De Sylvia María Ruiz, lectora del diario Siglo Veintiuno encontré esta opinión interesante:
Siempre me ha encantado ir los domingos a la misa de 12 en la Catedral porque la oficia el cardenal Quezada Toruño. Sin embargo, fui uno de los primeros domingos del año y me decepcionó totalmente. La Homilía fue todo un discurso político, interminable y aburridísimo. En lugar de hablarnos de las buenas nuevas del Señor, su mensaje más parece el discurso de un líder político que usa la casa de Dios para hacer su campaña. ¡Qué lamentable de verdad! Queremos alimentar nuestras almas y nuestros espiritus con la palabra de Dios; esa es su misión, no soliviantar los ánimos.
En realidad, el cardenal mediático da discursos políticos todos los domingos al medio día. Por eso no me extraña que Benedicto XVI tenga que ir a Brasil a “intentar frenar el avance de los evangélicos”. Por eso no me extraña que la dirigencia católica, en Guatemala, haya fracasado miserablemente en informar a su grey que la Navidad no es el día 24 de diciembre, sino el 25; o de que la festividad de la Semana Santa no es acerca de la muerte de Jesús, sino acerca de su resurrección. Si no, ¿cómo se explica usted toda la pompa y la solemnidad dedicadas a las procesiones de Nazarenos y Santos Entierros, comparadas con la indiferencia y apatía que se nota el Domingo de Pascua?