19
Ene 07

Apocalypto y la indignación indigenista

En la foto, la señora Xoc, de la ciudad maya de Yaxchilán, se pasa un lazo con espinas a través de su lengua. Sugiero que, para poner en perspectiva la indignación de la dirigencia indigenista con respecto a la violencia en la película Apocalypto, de Mel Gibson, uno debe ver algo del arte de los mismísimos mayas. Este muestra escenas como la que vemos aquí; y también muestra personas usando la piel de otros, cráneos empalados, hombres decapitados, y prisioneros espantosamente torturados.

Hoy, César Sactic, del Consejo de Organizaciones Mayas Cakchiquel de Sacatepequez, dice que “Apocalypto representa un atropello contra la dignidad y la historia de quienes conforman el área mesoamericana, sobre todo porque el no hacerlo, es seguir atado y aceptar esa línea que se nos ha impuesto por medio de la educación oficial, en donde no se dice la verdad de nuestros antepasados”.

Adicionalmente Ricardo Cajas, Comisionado Presidencial contra la Discriminación y el Racismo, considera que “es conveniente alertar a la población de que esta cinta no puede verse como un referente, ni mucho menos como algo creado con contenido científico, en el marco del análisis de la historia de los pueblos mayas, pues su argumento está basado en hechos de ficción”.

A la dirigencia indigenista le parece que no se dice la verdad y que son hechos de ficción cuando en la película se muestra lo mismo que muestra el arte maya. ¿Usted, qué opina?

La cultura maya fue fascinante y admirable en muchos aspectos; de hecho, en la película se ve bien cómo es que los sacerdotes hacen que los sacrificios coincidan con un eclipse para que las masas crean que con con la sangre se apaciguan los dioses. Aquello requería conocimientos astronómicos específicos. Pero de admirar la cultura maya, a idealizarla hasta creerse el mito Thompsoniano de los mayas como inofensivos observadores del cielo, hay una gran distancia. Los mayas eran tan sanguinarios (o quizás más, a juzgar por su arte) que muchos otros seres humanos.


15
Ene 07

Apocalypto y la negación necia de la realidad

La foto muestra filas de cráneos humanos empalados. Este mural adorna un edificio en la ciudad maya de Chichén Itzá; y me recordó una escena de Apocalypto en la que se ven cabezas humanas en estacas.

La foto viene al caso porque recibí una comunicación en la que la Asociación Maya de Estudiantes Universitarios anuncia que “socializamos con ustedes nuestro pensamiento en torno al controversial cineasta Mel Gibson”.

Gibson, en lo personal no me importa mucho, y francamente el texto no se refiere a él como lo anuncia el título; pero como he estado tocando el tema de Apocalypto aquí les paso el comunicado, o como dirían los estudiantes: aquí se los socializo. No voy a comentarlo, porque he preferido que el propio arte de los mismísimos mayas hable sobre lo que a los dirigentes indigenistas tanto les incomoda: la espantosa violencia a la que las élites mayas sometían a su pueblo y a sus víctimas. Si hace clic en el enlace Apocalypto, de abajo, verá otras muestras de arte maya en las que se observan torturas y otros actos horriblemente cruentos.

Hecatombe maya, una afirmación falaz y pírrica

Felicidades señor Mel Gibson, por ser acreedor de cuatro premios Óscar por Braveheart. Además de dirigir, la película, La Pasión de Cristo y recientemente, por conducir la película “Apocalypto”. Cineastas de su altura, son admirables, independientemente de la connotación que desde su subjetividad le atribuyen a las religiones, a las culturas, a las visiones, a las epistemologías y a la semiótica.

En la contemporaneidad, si bien es cierto, que lo que impera es la cinética, sin embargo, ésta misma, debe estar basada en la cinestética como condición indefectible para la armonía, la sincronía y el mantenimiento equitativo del desequilibrio de las culturas del mundo.

Algo que no es nada novedoso, que nos presenta el neoliberalismo, es el solipsismo cuyas características entre otras, se encuentran la hegemonía, el acumulativo de bienes y la profanación de los valores por la avidez crematística, condiciones que desconfigura el humanismo y los folcloriza; disipando por ende, la sustancia humana como un ser en sociedad y un ser haciéndose.

En cuanto al salvajismo que presenta la película, a nuestra consideración es simplemente un estado primario de la evolución humana, tal como lo presenta el pensador F. Engels, al afirmar: “el salvajismo es un estadio inferior. Infancia del género humano. Los hombres permanecían aun en los bosques tropicales o subtropicales y vivían, por lo menos parcialmente, en los árboles; ésta es la única explicación de que pudieran continuar existiendo entre grandes fieras salvajes”, lo que significa que toda cultura, germina desde este principio prístino.

Para nosotros entonces, la hecatombe maya dentro de la película, está mal connotada, en virtud de que el verdadero significado de dicha acción es el acto de abnegación total que se lleva a cabo por amor y por dignificación a un pueblo. Basta hacer referencia a Rabinal Achi, quien se abnegó a la vida por la emancipación del Pueblo Achi.

Otro ejemplo que es digno de referir es la elegía por la pérdida del brazo de uno de los gemelos Hun-Hunahpú e Ixbalanqué en manos de Vucub-Caquix, como estrategia de vencimiento de Vucub-Caquix, al despojarle de sus alhajas, ornamentos y la dentadura que lo acreditaban como gran Señor, y en su lugar se le colocó granos de maíz blanco. Lo interesante en esta escena, es el hecho de que los gemelos han vencido al gran señor, pero al mismo tiempo, han recuperado el brazo de Hun-Hunahpú, para la consecución de la estirpe y la generación del pueblo Kiche, tal como reza el Popol Wuj.

Para finalizar, es interesante también hacer referencia a la transmigración o metempsicosis del alma, a pesar de que es una doctrina religiosa y filosófica oriental, aplica también a la cultura Maya, en virtud de que cuando Hun-hunahpú e Ixbalanqué fueron vencidos por Xibalbá y posteriormente molidos sus huesos y convertidos en polvo, fueron lanzados al río, éstos convirtieron en peces, que también refiere el Popol Wuj.

En otro orden, lo del desasosiego de las culturas es una verdad, basta con hacer referencia a la cultura griega y la romana, y por supuesto la maya; sin embargo, las culturas persisten en el tiempo y en el espacio. En el caso de los mayas, para nosotros, la muerte no es el ocaso, por el contrario, es una fuente inagotable de inspiración que aunque muchos atribuyen este numen solamente al pasado, sigue siendo vigente y aun más en la actualidad, puesto que sus cuadros recrean el pensamiento.

Para finalizar, la connotación de las culturas depende de quien las mira, pero quien las vive las entiende mejor.

Asociación Maya de Estudiantes Universitarios
AMEU


10
Ene 07

Apocalypto, hipocresía y corrección política

Lo que se ve aquí es una pieza maya. El personaje que vemos usa como máscara la cara de otra persona. El personaje lleva sobre su cara la piel desollada de alguien.

Seguro que es políticamente incorrecto contradecir la antigua idea de Eric Thompson en cuanto a que los mayas eran pacíficos e inofensivos observadores del cielo; pero es tremendamente hipócrita negar que los mayas eran seres humanos como cualquier otro, con sus luces y sombras.

Claro que, como dice Ricardo Cajas hoy, “los mayas tenían estudios astronomicos muy precisos”; pero su arte está lleno de escenas espeluznantes como la cabeza que ilustra esta nota, las decaptiaciones en Tonalá, los sacrificios sanguinarios en Yaxchilán, las uñas arrancadas en Bonampak, y muchas más. En la nota citada, Andrés Cholotío, del Consejo Nacional de Educación Maya dice que los mayas “en ningún momento fueron salvajes e ignorantes”. Y a mí que me perdonen; pero ¿por qué es que los mayas iban a ser diferentes a cualquier otro ser humano? Los griegos cometieron atrocidades, del mismo modo en que las cometieron los egipcios, los romanos, los aztecas, los cruzados, los nazis, los comunistas, los talibanes y los hutus.

El berrinche de la dirigencia indígena, alrededor de Apocalypto, se ve muy mal porque su posición es insostenible frente a la evidencia que nos proporcionan los mismísimos mayas en su arte: El derramamiento de sangre era fundamental para su civilización.