Mí tía abuela, La Mamita, aseguraba que luna, había sido una de mis primeras palabras; aunque, en mi album de recien nacido, estaba anotado que aquellas habían sido: papá, mamá, agua. Y talvez es, por eso, que de cuando en cuando le aullo a la Luna.
Quizás puede ser que aulle, también, porque a la edad de 8 años ví, casi vencido por el sueño, cuando Neil Armstrong descendió de El Aguila y estampó su huella en el polvo lunar. Como muchos niños de mi generación, tuve un módulo lunar de cartón y creí que para los 40 ya habría visitado a Selene…varias veces.
Como todo chapín chauvinista puedo cantar Luna de Xelajú con los versos confundidos. En mi vida han habido varias lunas: tuve un restaurante que se llamaba Luna Llena y desde siempre he sabido recitar:
Luna, comé tu tuna.
Echá las cáscaras
En la laguna.
Y cuando era niño, creía que cantaba como ninguno :
La Luna se está peinando
En los espejos del río.
Y el toro la está mirando
Entre la jara escondido.
Aún hoy me embruja la Luna lunera, la Luna gatuna. Cuando por mi telescopio vi por primera vez a a la Luna, me salió un suspiro profundo; casi exactamente el mismo suspiro que salió cuando comí pasteles de Luna en Taipei.
De vez en cuando, y sin razón alguna, canto Blue Moon; me gusta la cerveza Blue Moon; y también, sin razón alguna, canto o aullo:
Luna que se quiebra
Sobre las tinieblas
De mi soledad
La Luna me embelasa y me acaricia. La Luna me canta y la Luna me arrulla. Y aveces le pregunto:
Dime Luna de plata
Qué pretendes hacer
con un niño del piel.
Hoy, que el astrónomo extraordinaire Edgar Castro nos cuenta que a luna se verá 14% más grande que de ordinario; y que brillará 30% más que en otras ocasiones, celebro a la Luna y copa en mano saldré a saludarla… y a aullarle. Lehaim.
La foto es por José Eduardo Valdizán.