17
Feb 19

Castraciones a bajo costo, en peligro

En abierta violación a la libertad de contratación una asamblea general el Colegio de Veterinarios y Zootecnistas aprobó un reglamento arancelario para la aplicación de la guía de cobros de servicios, instrumento que pretende abarcar a todas las actividades profesionales del gremio. En dicha asamblea se habría discutido una multa para los veterinarios y zootecnistas cobraran menos de lo establecido -a modo de un cartel-.

Foto por Raúl Contreras, de Así es la vida.

Los autores de la guía de cobros dispusieron que el costo de cualquier castración de gatos y perros debería costar Q700 (independientemente de lo que valga), más Q250 de la anestesia (independientemente de lo que valga).

Algunas organizaciones protectoras de animales advirtieron que las jornadas que realizan a bajo costo podrían estar en riesgo, ya que algunos veterinarios, por misericordia, regalan sus servicios (como los abogados que trabajan pro bono) cuando alguien y su mascota necesita ser apadrinado.  Según la nueva disposición esto no debería ocurrir y quienes regalaran su trabajo podrían ser castigados.

¿En serio pretenden castigar la benevolencia?

Al establecer un precio mínimo, los promotores de ese medida creen que van a elevar el nivel de ingresos de los agramiados mediante el uso de la coacción; pero no han previsto que ocurrirá lo que siempre ocurre cuando se alteran las leyes de la economía; por ejemplo: algunos agremiados van a empezar a trabajar en la clandestinidad porque necesitan cobrar menos que el arancel forzado; o para hacer caridad con los animalitos y con sus propietarios de escasos recursos.

Las fotos son por Raúl Contreras, de Así es la vida.

Muchas asociaciones animalistas hacen una gran labor, apoyadas en el tiempo y talentos regalados, o provistos a bajos costos por muchas personas y profesionales.  No obstante, un arancel forzoso, que impida la libre contratación y marginalice la benevolencia hará más difícil y criminalizará aquella labor. Todo en aras de, ¿qué? De la pretención irracional de que se pueden violar impunemente las leyes del mercado y las libertades individuales como la de contratación y las de servir e intercambiar sin coerción, ni privilegios.