Hola, de nuevo.
Que pena que no vieras mi respuesta del 4 de julio pasado. Gracias por interesarte en este intercambio de ideas y aquí van mis comentarios a tu nota del 13 de julio.
¡Coincidimos en que los privilegios de unos, desde siempre, son posibles a expensas de los derechos elementales de quienes no gozan de prerrogativas! Tan lo sé (porque dices que debería saberlo) que si en Carpe diem buscas Igualdad de todos ante la ley, vas a encontrar un tanatal de alusiones al tema; tan lo sé que una de las razones por las que apoyé Proreforma es porque uno de sus artículos estipulaba que:
En ningún caso el Senado o la Cámara de diputados emitirán ley, o decretos arbitrarios, o discriminatorios, en los que explícita, o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo.
Ninguna propuesta de reforma constitucional, que yo conozca, ha incluido semejante prohibición.
¡Coincidimos en que es injustificable el robo de energía que hacen los dirigentes de Codeca! Pero la solución está en el fortalecimiento del organismo judicial, para que los afectados por las fluctuaciones y los cobros abusivos puedan defenderse; y un organismo judicial confiable es un componente importantísimo del estado de derecho. El robo es injustificable, como dices; pero también lo es la pretensión –de Codeca–de volver a estatizar la generación y distribución de la energía eléctrica porque, cuando la energía era estatal también había fluctuaciones y cobros abusivos, cuando no apagones que duraban 6 horas, no en rincones perdidos; sino en el corazón productivo del país. Sumados a la corrupción que se ha hecho tan evidente ahora y que caracteriza a la administración pública. ¿Te imaginas la corrupción que había cuando el INDE era todopoderoso y monopólico?
Es cierto que en Guatemala no todas las leyes se cumplen y no siempre; pero incumplir las leyes tiene costos. A veces son bajos y a veces son altos; a veces son de corto plazo y a veces de largo plazo; a veces se ven y a veces no se ven. La falta de flexibilidad laboral no sólo se refiere a horarios, sino a muchos otros campos. ¿Sabes que es ilegal que un trabajador pacte con su patrono la posibilidad de trabajar en vez de tener vacaciones y ganarse así unos quetzales extra? ¿Sabes que aunque un joven sin experiencia esté muy necesitado de trabajo no puede acordar con un potencial patrono que lo deje aprender el oficio y trabajar por menos salario que el fijado de forma política, al margen de las necesidades de los involucrados directamente? ¿Recuerdas que la dirigencia popular y laboral del país prefirió que no hubiera trabajos en ciertas áreas del país antes que dar su permiso para que hubiera salarios diferenciados? Cumplir leyes laborales inflexibles también tiene costos, y los esos costos los pagan las personas más vulnerables, menos capacitadas, y más necesitadas. El caso es que tanto trabajadores como patronos incumplen con la ley cuando el costo de cumplirla es más elevado que el de incumplirla. De ahí la sabiduría incuestionable del rey de El principito, que le explicó al joven príncipe:
La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables. Si yo ordenara a un general convertirse en ave marina, y si el general no obedeciera, no sería la culpa del general. Sería mi culpa.
Diferimos con respecto a la valoración de la desigualdad económica. El problema en una sociedad donde hay muchísima gente pobre, como la guatemalteca, no es la magnitud de la diferencia entre ricos y pobres; el verdadero problema es que hay muchísimos pobres, y muchísima gente en la miseria. El problema es que demasiada gente no sólo no puede poner tres tiempos de comida en sus mesas, sino que demasiada gente no puede desarrollar su potencial productivo y humano. Todo el tema ese de la desigualdad económica se basa en comparar a la gente; pero, ¿qué importancia tiene la comparación? Lo verdaderamente importante es si en esta sociedad, o en cualquiera otra, los individuos pueden desarrollar sus potenciales sin coerción, sin privilegios, sin obstáculos…o no. En una sociedad en la que los individuos pueden desarrollar sus potenciales, incluso sus pobres están mejor que los pobres en una sociedad que es hostil a la productividad y a sus consecuencias no materiales. Si pudieras elegir el tipo de sociedad para vivir, ¿no preferirías una en la que tú y todos los demás pueden ser lo mejor que pueden ser? En vez de ser lo más igual posible a los demás. ¿Qué tal una sociedad en la que sin importar qué porcentaje de gente es propietaria de la tierra cultivable, la mayoría de personas puede desarrollar su potencial productivo y humano? Es que en el siglo XXI la tierra cultivable ya no tiene la misma importancia económica y productiva que tenía en el siglo XIX. ¿Qué tal una sociedad en la que mucho más de 260 individuos produjeran mucho más que el 56% del PIB? Por cierto, en el siglo XXI el PIB no se acumula como se acumulaban los tesoros en baúles y en bóvedas en el siglo XVI. En realidad, la riqueza (el PIB), se crea y se multiplica, si hay un ambiente e instituciones propicias para su creación y multiplicación de las que nos beneficiamos todos, incluidos los que tenemos poca participación en esas creación y multiplicación. ¿Qué tal si fomentáramos ese ambiente? No sólo para que haya muchos menos pobres, sino para que la pobreza no sea miseria.
¿Compartimos la idea de que el combate a la impunidad es urgente y valioso? Creo que sí. ¿Compartimos la idea de que el combate a la corrupción es impostergable y valioso? También creo que sí. Si buscas en Carpe diem vas a encontrar que he escrito montones al respecto. Como lo veo es que la impunidad y la corrupción sólo pueden ser combatidas –efectivamente– si se atacan sus raíces, no sólo sus efectos. La raíz de la impunidad está en la falta de igualdad de todos ante la ley, y en que no se termina de entender que el sistema de administración de justicia es como un banco con cuatro patas: Los tribunales, el Ministerio público, la Policía Nacional Civil, el Sistema penitenciario; y que los cuatro necesitan de apoyo político, técnico y presupuestario para cumplir su misión con respeto a la Constitución y a las leyes. La lucha contra la impunidad es un componente de la búsqueda de la justicia. ¿Y la raíz de la corrupción? Esta se halla en la multiplicación de oportunidades de injerencia política en asuntos que no son de orden político (como la decisión de con quién puedes comerciar, y con quién no y en qué condiciones) y en las posibilidades de arbitrariedad que genera aquella multiplicación (como cuando un funcionario puede decidir si tu furgón pasa por la frontera, o no; o cuando un funcionario puede decidir si te da un negocio, o no). Sin límites claros al poder es imposible luchar efectivamente contra la corrupción. Se puede perseguir a todos los corruptos y meter presos a todos los corruptos; pero si continúan abiertas las causas de la corrupción los corruptos de ayer serán sustituidos por los de hoy, y los de hoy por los de mañana y así. Es bien sabido que la ONU tiende a promover políticas estatistas que multiplican las oportunidades para involucrar políticos y funcionarios en actividades que les son ajenas; y es bien sabido que el estatismo es el caldo de cultivo para la arbitrariedad. ¿Y la CICIG? A mí me inquieta que tenga tantos poder e influencia, y no sea responsable ante los electores y los tributarios chapines. Me parece inaceptable que ejerza su poder para diseñar una Guatemala a espaldas de los electores y los tributarios, de acuerdo con un diseño pactado con grupos de interés. Me incomoda que cultive una forma de pensamiento único. Desde tiempos de la CICIACS, mis objeciones contra una comisión como la CICIG fueron dos: 1. Que los guatemaltecos nunca resolvemos le fondo, sino que nos vamos a las ramas. Que no funcionan los ministerios, hacemos fondos; que no funcionan los fondos, hacemos comisionados. Y así. No reforzamos el banco de tres patas; y traemos una comisión de la ONU. 2. Que al no enfrentar nuestros problemas y entregarnos al tutelaje de la ONU, nos íbamos a convertir en niños perpetuos, incapaces de ser responsables por los siglos de los siglos. Y es lo que está pasando, no resolvemos el fondo y ya el jefe de la Cicig dijo que la tarea es formidable (o algo así) y que va a necesitar más tiempo y recursos para arreglar Guatemala. De esto también he escrito párrafos y párrafos en Carpe diem. Hay dos citas que vienen al caso; una es de Lord Acton y dice que
El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Y la otra es de Henry David Thoreau y dice que:
Por cada mil personas atacando las ramas de un problema, hay una sola atacando sus raíces.
Finalmente te reitero que no soy anarquista y no creo que haya que abolir el estado; si buscas en Carpe diem, nunca vas a encontrar que yo haya escrito algo a favor de abolir el gobierno. A diferencia de muchos libertarios que creen que el gobierno es un mal necesario, yo creo que el gobierno es un bien necesario; y que debe ser fuerte. ¿Para qué? Para que proteja la vida, la libertad y la propiedad de todos por igual. Pero eso sí, el gobierno (que no es otra cosa que una abstracción que se concreta en políticos y burócratas que actúan) debe estar sujeto a la Constitución y a la ley para que no se convierta en instrumento de violación de los derechos de las personas, en nombre de los grupos de interés que lo controlen.
También reitero que no soy vocero de la UFM. La explicación está en mi entrada del 4 de julio pasado.
Ya ves…otra vez esto se hizo largo. De cualquier manera, gracias por animarme a aclarar mis ideas y a escribir sobre estos temas. Saludos.