En Guatemala, se dice que alguien es llamarada de tusa cuando su fuego es efímero, cuando sólo es bulla pasajera. Esto es porque las llamas de las hojas que cubren las mazorcas del maíz o tusas, no son duraderas.
Alvaro San Nicolás Colom sin duda cuenta con que los chapines somos llamarada de tusa, porque hoy leo que, en declaraciones a la agencia de noticias AFP; aseguró que la crisis originada por las revelaciones del abogado Rodrigo Rosenberg, ha bajado de intensidad.
En la nota citada, el Presidente chapín adelanta la necesitdad de un pacto de gobernabilidad que, sin duda, tratará de llevar a cabo con los dirigentes de los sectores más tradicionales de la sociedad guatemalteca. Esto será un error porque, una de las cosas que se han hecho evidentes durante estas jornadas es que entre las dirigencias tradicionales y la gente hay una enorme distancia, cuando no un abismo.
Los grupos de interés que constituyen la clientela de la administración del presupuesto del estado, no están en capacidad alguna de representar a los electores y tributarios que, empoderados en la Internet, necesitan cada vez menos y cada vez menos, de intermediarios.
Un pacto de gobernabilidad, para que funcione, ya no puede ni debe ser uno que negocie posiciones a costa de principios. Y las demandas populares por justicia, seguridad y paz; las demandas populares por transparencia, honradez y un mínimo de pudor, no pueden ni deben ser negociadas a cambio de generosas partidas prespuestarias, negocios jugosos, ventajas fiscales y otros privilegios.
Durante esta crisis, Rodrigo Rosenberg nos hizo ver que el emperador anda desnudo y será un error fatal si optamos por falsear esa realidad.
De cualquier manera, ojalá pudiéramos demostrarle a San Nicolás que ni somos llamaradas de tusas, ni somos negociadores de principios. Este es un buen momento para recordar que en todo diálogo y en todo proceso político se le debería poner atención a algo que escribió la filósofa Ayn Rand en Capitalism: the unknown ideal (Capitalismo: el ideal desconocido). En el capítulo denominado La Anatomía del Compromiso, Rand describe algunas reglas acerca de trabajar con principios en la práctica y acerca de la relación de aquellos con objetivos concretos.
1. En todo conflicto entre dos hombres (o dos grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente.
2. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, es el más maligno, o irracional, es el que gana.
3. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos o difusos, eso obra en ventaja del lado irracional.