“Donación de organos”: el sueño humedo de los colectivistas

Leí, con horror, que el Congreso mexicano aprobó una ley que convierte a todos los ciudadanos del país en donantes de órganos de forma tácita, salvo que -expresamente -en vida hayan manifestado por escrito su oposición.  Si esta ley llega a hacerse realidad, los mexicanos dejarán de ser dueños de sus cuerpos, cuyas partes serán confiscadas por los políticos socialistas y sus funcionarios.  En España hay una ley parecida.

Una de las más aceptadas teorías de los derechos individuales es la de que tu eres dueño de tu propia vida (y de tu propio cuerpo); y negar ese principio implica que otro, u otros tienen tienen más derechos sobre tu vida (o tu propio cuerpo), que tu mismo.  ¡Pero ninguna otra persona, o grupo de personas debe ser  dueña de tu vida; ni tu eres dueño de las vidas de otras personas!

Es muy convieniente, para cualquier ideología colectivista, acabar con la idea de que las personas son dueñas de sus cuerpos y de sus vidas.  Al fin y al cabo, ¿qué es el colectivismo sino la ideología según la cual,  las personas no tienen derechos; ya que su cuerpo, su personalidad y su trabajo le pertenecen al grupo, comunidad, colectivo, o sociedad? Nada más conveniente que sembrar la idea de que, por default, tus órganos son de todos y para otros, a menos que -expresamente- digas que no.  Dejas de ser el propietario de tus riñones, tu corazón, tu hígado, tus córneas y demás, porque los políticos socialistas ya dispusieron que debes donarlos por la fuerza.  Por la fuerza de la ley.

Digo Tu, aunque no seas mexicano, porque este tipo de legislaciones son virales.

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8 comments

  1. Adrián H. Maria

    Que ridículo comentario, Luisfí (y no el la primera vez que solo estas gritando fuego en vez de explicando). El congreso mexicano lo aprobó? Es un congreso colectivista, socialista? No seas tonto, Luisfí. Que quieres decir con esos términos? Me parece que solo estas llamando la atención y no explicando porque ellos decidieron tomar una medida que pueda acabar con esa discusión (y al mismo tiempo con la necesidad de obtener órganos para gente que los necesitan para seguir viviendo) que en muchas países no se acaba porque no quieren lastimar los sentimientos de muchos pero tampoco quieren resolver el problema de obtener órganos.

  2. Don Luis.
    ¿Seremos dueños de nuestro cuerpo aún muertos?
    ¿Si la vida y los derechos individuales están ligados, ya de muertos se desligan?
    ¿Soy hombre libre al estar enterrado, o mejor dicho, estar sin hígado y muerto me hace menos libre?
    Es indispensable estar vivo para ejercer el derecho a la propiedad. Ni siquira mi familia tiene derecho a mis restos pues si mis Papás no fueron mis dueños en vida, mucho menos muerto.

    Supongamos, que por alguna razón ud. necesitase de algún órgano para seguir viviendo como hombre libre, pero el órgano que necesita viene del Estado, lo recibiría?
    Si lo recibe, se haría cómplice de lo que ud. denunica, pero podría seguir siendo una persona productiva. Si no lo recibe, pues moriría como mártir del sistema?
    Espero Don Luis, que cuando lo necesite, encuentre un donante (vivo o muerto).

    Juan Carlos Carrillo
    A1-929237

    PS: para su información yo soy donante.

  3. Interesante discusión. Una pregunta LuisFi: qué sucede con una propiedad (un inmbueble por ejemplo) de alguien que muere y no deja heredero? Generalmente si no hay quien lo reclame, tal propiedad llega a ser parte del estado, del condado, o alguna entidad similar, cosa que no necesariamente estaría dentro de los deseos del difunto. Acaso no es lo mismo cuando lo aplicamos a los órganos? Yo pensaría que la vida es un requisito para ser propietario, y quién no manifieste su deseo respecto al destino de tal propiedad antes de su muerte está abdicando su dominio sobre el mismo luego de su muerte.

  4. Hola Jonathan, Juan Carlos y Adrián: Efectivamente no hay nada más mío que mi cuerpo (y sus partes). Y como es mío, lo que se haga con él -en vida, o muerto- debes ser consecuencia de una decisión mía; no de una decisión política. Un muerto no es libre, claro; pero, ¿deben tener, los políticos, la facultad de decidir que hacer con los órganos de las personas?
    El símil de los inmuebles no se aplica porque la ley excluye, arbitrariamente, a los parientes colaterales más allá del cuarto grado y porque una finca sin propietario presenta situaciones que no presenta un cuerpo humano.
    Celebro que Juan Carlos sea donante; y claro, ha sido un donante volutario y pacífico; lo que no ocurre con la confiscación de órganos que no toma en cuenta la voluntad del propietario y se hace por la fuerza.
    Adrían, no te esponjes. Si lees el enlace que puse -¡precisamente en la palabra colectivista!- vas a ver a qué me refiero con colectivista. Y si te pones las pilas vas a ver que, abajo, hay un enlace que dice: donación de órganos. Haz clic ahí y verás que no sólo grito fuego, sino que explico. Los hipervínculos son muy útiles porque funcionan como notas de pie de página y si los aprendes a usar vas a ahorrarte el derrame de mucha bilis.
    Saludos a los tres

  5. […] Figueroa CARPE DIEM Donación de organos: el sueño humedo de los colectivistasLeí, con horror, que el Congreso mexicano aprobó una ley que convierte a todos los ciudadanos del […]

  6. Me pregunto ¡cuantos politicos al tener la discrecionalidad de decidir sobre los organos no van ha hacerse ricos a traves del trafico de influencias? o cuando se encuentre una persona en estado vegetativo ¿podran los politicos decidir sobre los organos?

  7. Guillermo Galindo

    De cuantos “accidentes” empezaremos a enterarnos en los cuales las victimas entrarán en coma irreversible; o cuantos enfermos entrarán repentinamente también en coma irreversible?
    Esa ley mexicana, y siendo México como es, con mucha facilidad se convertirá en un perverso incentivo para atentar contra la vida de personas inocentes convertidas en donadores sorpresivos

  8. Estimado Sr. Luis, saludos, vengo llegando a su sitio web por un trabajo de investigación y creo que ha malentendido la información de la legislación mexicana.
    En efecto, se da de una forma tácita, pero todo versa sobre el consentimiento de los familiares de la persona fallecida.