Los pequeños detalles olvidados de La Revolución

Cuando ví esta foto, ¿saben de qué me acordé? De cuando el Jueves Negro vi pasar a las huestes eferregistas, armadas con palos, bajo mi ventana.

La foto, empero, es de Los Chiquilines, nombre que se les daba a las huestes arevalistas que, cual grupos de choque, quitaban la propaganda y disolvían las manifestaciones de sus adversarios, el plena Primavera Chapina.

Está de moda echarle flores a La Revolución; pero en medio de de tanta loa, de tanta elegía y de tanto madrigal, se olvida que aquel período de la historia guatemalteca tuvo más que la faceta romántica que el socialismo destaca como único atributo digno de mención.
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De hecho, hay personajes como Margarita Carrera, que estiman que es una tergiversación estudiar La Revolución y no estar de acuerdo con la Historia Oficial.  Esa postura, de ningunear el entendimiento integral de La Primavera, también la ha sostenido Edelberto Torres Rivas, que se refirió como una mera revisión que no está fundada científicamente, a la extraordinaria obra Guatemala, la historia silenciada, por Carlos Sabino.
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Los bardos de La Revolución quisiera que no se hablara de las persecusiones y de las torturas, quisieran que no se hurgara en el asesinato de Francisco Javier Arana, quisieran que no se hablara de Los Chiquilines y de la Ley Mordaza.  Pero, francamente, no se puede entender La Primavera, sin ver todos sus ángulos.
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He aquí dos ejemplos que parecerían detalles pequeños; pero que ayudan a aclarar la naturaleza autoritaria y arbitraria del período histórico que nos ocupan.
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La Revolución les ponía impuestos a los radios. El Imparcial del 1 de agosto de 1945 anuncia que 20 de agosto, plazo último para inscribir radiorreceptores. Esto es porque conforme a un acuerdo gubernativo del 28 de junio, el gobierno revolucionario se reservaba el derecho de verificar en domicilios y en vehículos si la gente había pagado los Q.0.25 mensuales de impuesto por cada radio que hubiera en casas y automóviles. En caso de renuencia,  las autoridades procederían a sellar adecuadamente los aparatos radiorreceptores.

El Imparcial del 10 de diciembre de 1953 publica el siguiente titular; Multas a propietarios de barberías. ¿Sabe, usted, por qué? La Revolución le ponía multas a aquellos establecimientos que abran al público los días domingos; pero los peluqueros argumentan que en los días inhábiles es mayor la afluencia de clientes que requieren sus servicios.

Me cuanta mi amigo, Ramiro, que los barberos fueron amparados por la Corte Suprema de Justicia cuando también se prohibió que sus negocios estuvieran abiertos después de las 6:00 p.m. Los barberos argumentaban que era en las horas después del trabajo cuando sus clientes pasaban a visitarlos para arreglarse el cabello.

Hechos y detalles como estos forman parte de la verdadera Historia de La Primavera.  Y si manchan la Historia Rosa, pues que pena.  Sin embargo, los guatemaltecos nos beneficiamos mas conociendo la verdad, que colgándo oropel para esconderla.

La foto, por cierto, es de Guatemala, la historia silenciada, P. 114.

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8 comments

  1. Alejandro Monzón

    Si esos son los pecados de la revolución, bueeeeeeeeno, que pecadotes. La verdad no fue un periodo rosa, mas bien distinto, con errores que se cometieron, mas no horrores y si, convendría esclarificar historicamente el asesinato del mayor Arana. Buscar los daños efectuados por los “Chiquilines”, la King Kona (especie de pasionaria guatemalteca)Los archivos deben estar ahí, las huestes “liberacionistas” quisieron publicar un libro con las “atrocidades” del gobierno de Arvenz, hasta donde se, no lo hicieron, pero los documentos deben existir en el Archivo de Centro América. Por supuesto que cualquier acto de lesa humanidad, ilegal o contrario al comportamiento que un gobierno debe tener para con sus gobernados es condenable. Habría sin embargo que hacer la sumatoria de los de Arevalo y Arvenz. El Imparcial de aquellos años no me parece un diario formador de opinión pública, era mas bien faccioso. En fin

  2. Interesantes detalles pero igual no empañan el mérito de la revolución.

  3. Aaaaaah, veo que no hiciste clic en la parte de las torturas, ¿o sí? Saludos

  4. Me quedé pensando…y saben…nunca, pero nunca, deja de sorprenderme como es que al socialismo se le perdonan esas “cosillas”. Si alguien les prohibiera a los barberos -o a cualquiera otro- hacer algo tan inocente y natural como trabajar en domingo, o después de las 6 de la tarde, ¿no es eso una canallada? ¿Por qué se le perdona como “pecatta minuta” a La Revolución? Y lo del impuesto a los radios, ¡Por Dios! Los pobres tenían que pagarle impuesto a La Revolución por tener radio! Y los ricos tambien…claro; pero, ¿a quién le costaba más ese capricho, por demás antitécnico y abusivo? Sakis…me decepcionaste.

  5. Fresco SakisCreo que ya el autor tiene formada su opinión y no vas a hacerlo cambiar su opinión.Culpa nuestra es leer artículos de este blog.

  6. Hola M. En realidad no debería publicar tu “comentario” anónimo; pero me sirve para probar un punto: Muchos defensores de La Revolución, al no poder argumentar racionalmente hacen lo que tu haces. Le dan la vuelta a la conversaciòn y sin ir a los arqumentos que importan se echan una consigna del manual.Lo malo de eso es que no dice nada bueno de quien usa ese recurso; y, encima, quien lo usa sòlo ocupa espacio sin aportar nada.¿Por què mejor no tienes la bonhomìa de identificarte y de hacerte responsable de tus opiniones…si es que tienes una?

  7. si me recuerdo haber visto entre las cosas viejas una tarjeta autorizando el uso de un radiorreceptor. Sabía que había que peder permiso para tener un radio pero no sabía las razones reales por las que había que hacerlo..Gracias por sacar de la dudaNo todo puede ser lo suficientemente bueno y no todo puede ser lo suficientemente malo