Desde hace años que voto cruzado, ¿para qué? Para que el Ejecutivo no tenga una aplanadora en el Congreso; y hago esto basado en tres ideas:
Una es de C. J. Friedrich, citado por A. Herrarte en El Estado de Derecho, y dice que la división del poder es la base del gobierno civilizado; y como desde una perspectiva sencilla la civilización es una sociedad compleja, pues me parece que sí, tomando en cuenta que, en una sociedad -si ha de ser sociedad-, la coacción debe estar reducida al mínimo.
La otra idea es de Karl Loewenstein, también citado por Herrarte, y advierte que la clasificación de un sistema político como democrático constitucional depende de la existencia, o carencia de instituciones efectivas por medio de las cuales el ejercicio del poder político está distribuido entre los detentadores del poder, y por medio de las cuales los detentadores del poder están sometidos al control de los destinatarios del poder. Difiero con Loewenstein en el sentido de que lo que él describe como un sistema democrático constitucional, estoy convencido de que es una república; pero mutatis mutandis, el poder político debe estar distribuido entre los que lo detentan y estos deben estar sometidos al control de los mandantes.
Dicho lo anterior, la tercera idea es de mi querido F. A. Hayek que, en Los fundamentos de la libertad dice que El liberalismo (en el sentido que tuvo la palabra en la Europa del siglo XIX, al que nos adherimos en este capítulo) se preocupa principalmente de la limitación del poder coactivo de todos los gobiernos, sean democráticos o no, mientras el demócrata dogmático sólo reconoce un límite al gobierno: la opinión mayoritaria.
De ahí que me interese la distribución del poder y que me haya llamado la atención algo que dijo el diputado oficialista Raúl Barrera en el contexto de los resultados de las elecciones en México: El voto cruzado se va terminando. El pueblo ha notado que para que las cosas pasen el poder debe ser pleno. Y ¡Chispas!…lo del poder pleno me dio escalofríos. Poder pleno es lo que tienen Ortega y Bukele aquí en la vecindad. Es lo que tiene Maduro en Venezuela; y lo que tienen Xi, en China; y Putin en Rusia; es lo que tiene Kim, en Norcorea. Poder pleno tenían Estrada Cabrera y Ubico aquí entre nosotros. Tal vez es cierto que, en ciertos ambientes, el poder no se suelta aunque te queme las manos.
Las posibilidades de limitar el poder coactivo del estado se reducen si el Presidente tiene una aplanadora en el Congreso y si por medio de esa aplanadora tiene control del Organismo Judicial, del Ministerio Público y de otras instancias como la Contraloría General de Cuentas y la Corte de Constitucionalidad, por mencionar dos.
¡Por supuesto que no es lo mismo si la aplanadora se usa para proteger la esfera de acción privada de las personas, que si se usa para reducirla! Y tampoco es lo mismo si la aplanadora se usa para reducir las posibilidades de coacción arbitraria, que si se usa para multiplicarlas. Pero…buenas intenciones aparte y haciendo uso del velo de la ignorancia, de J. Rawls, prefiero que el poder este distribuido, dividido, o como quieras llamarle, para limitarlo.
Es cierto que la ausencia de concentración del poder complica la acción política; pero, como no sea para salir de un pantano colectivista (incluso si no es totalitario), las cosas de palacio deben ir despacio. Todo intento de legislación que invada las esferas de acción privada de las personas, que viole derechos individuales, y que cree privilegios debe pasar por un proceso político que la exponga, la atrase, que le quite los dientes, y la bloquee.
Columna publicada en República.