Con mensajes de muerte, odio y violencia, algunos manifestantes pintaron paredes durante la marcha que celebra la Revolución del 20 de octubre.
Escucha el podcast aquí.
¿Qué decían algunos de esos mensajes? Chile y Ecuador nos mostraron el camino en alusión –sospecho- a las jornadas de terror y destrucción que han estado incendiando aquellos países. ¿Cuál fue la pinta más escalofriante? La amenaza que decía Muerte a la oligarquía. ¿Qué más ofrecían las pintas? Revolución, estatización y unidad de las fuerzas populares. Todo ello adornado con ominosas hoces y martillos, símbolos inequívocos del comunismo, una ideología socialista, colectivista y totalitaria que, en el siglo XX costó 100 millones de vidas humanas. Hoces y martillos en abundancia.
Amenazas como aquellas desvirtúan la naturaleza celebratoria de un período histórico en el que los guatemaltecos se sacudieron el ancien régime.
Pero las amenazas no vienen en el vacío. En la sede del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello dijo estar contento con lo que ocurría en la región y que lo que está pasando…es apenas la brisita, y viene un huracán bolivariano. También, en Venezuela, Nicolás Maduro les dijo a los miembros del Foro de Sao Paulo: estamos cumpliendo el plan, va como lo hicimos, va perfecto, ustedes me entienden (…) Foro de Sao Paulo, el plan va en pleno desarrollo, victorioso y quien dice Foro de Sao Paulo, dice Grupo de Puebla. Quien te dice que la criminalidad destructiva que recorre Latinoamérica no es ideológica, te trata de dar atol con el dedo. El protagonismo del Foro y del Grupo, así como el del régimen de Venezuela (y quien dice Venezuela, dice Cuba) y la presencia de hoces y martillos son evidencias. Y ya sabes, uno puede evadir la realidad, pero no las consecuencias de evadir la realidad.
Cuando uno ve escenas de los actos criminales y terroristas perpetrados en Ecuador y Chile no se sorprende de que Ludwig von Mises llamara destruccionismo al socialismo. Destruccionismo que no sólo es material, sino institucional y jurídico. Destruccionismo que hay que desactivar antes de que se concrete.
Columna publicada en elPeriódico.