Como la guerra contra las drogas lanzada por Richard Nixon ha estado saliendo tan bien (sarcasmo); Donald Trump va a por la Guerra contra las drogas 2.0.
Durante una visita al Centro Nacional de Adiestramiento y Protección Fronteriza en Virginia, Donald Trump amenazó con cortar la ayuda a países que permiten el ingreso de drogas a los Estados Unidos. Quiero detener la ayuda, si estos países no pueden evitar que entren las drogas, porque pueden detenerlos mucho más fácilmente que nosotros, explicó. Les damos miles y miles de millones de dólares, y no hacen lo que se supone que deben hacer, y ellos lo saben. Pero vamos a tomar una acción muy dura, añadió Trump.
Yo digo que sería genial que los tributarios de los EE.UU. no tuvieran que financiar la corrupción en países como Guatemala; y está clarísimo que la ayuda exterior no sólo no ayuda a la gente a salir de la pobreza, sino que -en muchos casos- la hace tan dependiente que se podría decir que es una condena a la miseria. No me creas, si no quieres; pero sii te interesa es tema, te recomiendo:
- Blanco bueno necesita negro pobre, por Gustau Nerín.
- The Lords of Poverty, por Graham Hancock
- The White Man´s Burden: Why the West´s Efforts to Aid the Rest Have Done So Much Ill and So Little Good, por William Esterly
- ONU historia de la corrupción, por Eric Frattini
- El espejismo humanitario, por Jordi Raich
Queremos fronteras fuertes. Queremos darles leyes. Queremos detener la capturas y liberaciones, y las tonterías que siguen. Atrapas a alguien y lo liberas. Sabes que son malos, dijo el presidente Trump. Están llegando desde El Salvador, Guatemala, Honduras, México, por todas partes. Están llegando a nuestro país, explicó.
Retórica y todo, lo cierto es que el origen del narcotráfico no se halla en los países productores, sino en los países consumidores. No habría tráfico de drogas si millones de estadounidenses -por decir algo- no las pidieran a gritos y no estuvieran dispuestos a pagar platales por ellas. De hecho, esos platales, que hacen inimaginablemente millonarios a los grandes narcotraficantes, son consecuencia de que las drogas son prohibidas por el gobierno de los Estados Unidos y por eso son tan caras. El arranque conservador de Trump es tanto más absurdo, cuando -en su país- cada vez más estados y más mandantes están a favor de legalizar el uso de algunas sustancias y de acabar con esta guerra injusta en la que pierden la vida más latinoamericanos, que gringos.
La guerra contra las drogas debería llamarse: la guerra perdida contra las drogas. Pero no me lo creas a mi; si te interesa este tema te recomiendo:
- La guerra contra las drogas, de el Cato Institute
- What is the role of science and individual rights in drug policies? Is the war on drugs, a lost war?, por Ethan Nadelmann
La clientela de la ayuda exterior de los Estados Unidos va a poner el grito en el cielo con la amenaza de Trump; e igual grito van a poner los beneficiarios de la guerra perdida contra las drogas. Es posible que los oigamos cantando:
Antes sacaba del mandado
Me daba pa´ mi helado, mi cine y mi jurbol
Ora con lo que me ha pasado
Me tiene más enfriado que un hielo de jaibol
Con esta triste y maullida serenata
La noche es una lata, no duerme el más gallón
Pero piénsalo bien: la ayuda exterior es una cadena con bola para el bienestar y el desarrollo; y la guerra perdida contra las drogas impide que los adictos reciban un tratamiento científico y compasivo; además de que enriquece a los narcotraficantes y corrompe a las autoridades. ¡Solo podemos ganar si Trump cumple su amenaza!
Foto por: Maj. Will Cox [Dominiio público], via Wikimedia Commons.