Nanjie, en la República popular de China, es un bastión del sueño comunista. La aldea es fiel a los preceptos de Mao Zedong y es fiel, claro, porque su entusiasmo no incluye los 65 millones de muertos que costó el comunismo en la China continental.
En aquel paraíso encantador y atractivo para los turistas, los 3,700 lugareños se despiertan cada mañana con el ruido de los altavoces que difunden lemas de alabanza al exlíder. Y empiezan su jornada laboral con canciones rojas del repertorio comunista, como si aún vivieran en plena “revolución cultural”. Eso sí, nadie es enviado a pelotones de fusilamiento, ni a campos de reeducación..
Con su folclor maoísta, sus bienes compartidos y sus fábricas de propiedad colectiva, Nanjie sigue el modelo de los años 1950, el de antes de las reformas que han convertido a China en la segunda economía mundial. Pueden hacer esto porque el componente capitalista de aquel país -que sigue siendo una dictadura totalitaria- les da para mantener aquella Disneylandia comunista, sin necesidad de purgas, persecusiónes y hambrunas.
Al pie de una estatua de Mao, los turistas pueden abordar un pequeño tren rojo y visitar los parques, las fábricas y los apartamentos colectivos de la aldea, donde los habitantes “les cuentan lo felices que son con el colectivismo”. Pueden hacerlo como se pasea por Disneyworld, y la clave es que pueden hacerlo, en oposición a que -cuando el comunismo sembraba el terror en China, la gente no tenía opciones.
Desde los apartamentos modestos hasta los cuidados médicos, pasando por la comida, todo “es gratis” para los habitantes. Tienen acceso a una cantina y cuentan con una tarjeta que se recarga automáticamente, para comprar comida, incluidas las galletas de la marca Oreo. Todos esos privilegios son sostenidos gracias al componente caplitalista de China…y son una ilusión. Nunca ha habido comunismo sin millones de muertos.
Wang Hongbing, jefe del partido comunista en Nanjie desde 1976, que participará en el congreso del partido la semana que viene en Pekín, asegura que desde el último congreso del partido en 2012 y la llegada al poder de Xi Jinping, “el discurso del gobierno central se acerca cada vez más a la vía elegida por Nanjie”. Y eso debería ser malas noticias, no sólo en China, sino entre todos los que creen que China es el futuro.
Lo cierto es que en China, muchas cosas son cuentos chinos; y tristemente el comunismo es un ideal macabro que esta tan vivo como siempre.
Más del 90% de los empleados de las 26 cooperativas vienen del exterior de la aldea y carecen de los privilegios reservados a los habitantes de esa Disneylandia llamada Nanjie.
En 2008, una investigación del diario chino Southern Metropolis revelaba que la aldea había contraído préstamos bancarios por un valor superior a 1.600 millones de yuanes (206 millones de euros). La fantasía es cara y se paga con deudas; pero los dirigentes chinos ordenaron a la provincia de Henan que resolvieran el problema…y lo resolvieron de forma política: las deudas fueron anuladas.
No es cierto que en Nanjie sean comunistas de verdad, como aseguran algunos fanáticos. En realidad es una fantasía a la que…afortunadamente, la faltan 65 millones de cadáveres.
La ilustración principal es de la Victims of Communism Memorial Foundation; y la secundaria la tomé de Facebook.