La libertad se pierde minuto a minuto. No se pierde toda y en un día, sino poquito a poco y por eso no nos damos cuenta de cómo nos vamos privando de ella.
Actualmente y en todo el mundo, una de las libertades más amenazadas es la de expresión. La corrección política, la penetración cultural y la de ideas alla Gramsci, la multiplicación de espacios seguros contra ideas controversiales, y el totalitarismo islámico, entre otras formas de conservadurismo, son las principales fuentes de aquellas amenazas.
En enero pasado, en Guatemala, Flemming Rose explicó que la libertad de expresión se basa en el concepto del individuo como un ser moralmente autónomo que tiene capacidad de entender y decidir qué decir y de cómo reaccionar a lo que otras personas dicen y piensan. Pienso, dijo, que ningún político, ningún individuo, ningún grupo, debería tener el poder de ocultarnos opiniones, ni formas de expresión. En ese sentido la libertad de expresión también se trata de la dignidad humana; debemos tratarnos, unos a otros, como adultos, como individuos independientes y autónomos, y no como criaturas inmaduras, robots, o niños.
Entre nosotros, el más reciente ataque contra la libertad de expresión ha sido dirigido contra el diputado Fernando Linares, en abierto desafío contra aquel derecho, contra las garantías constitucionales, y contra sus prerrogativas como diputado. ¿Cómo podría, cualquier diputado, discutir abierta y francamente temas concernientes a la cosa pública, si no pudiera cuestionar las intenciones de los grupos de interés, especialmente si esos grupos buscan privilegios?
Es tentadora la posibilidad de hacer callar las opiniones que nos ofenden, que nos incomodan, las que no nos parecen verdaderas, entre otras; pero así de a poquito, haciendo callar aquí y haciendo callar allá, terminaremos en silencio, y con la vista hacia el suelo. En la medida en que renunciamos a la libertad de expresión, en esa medida nos acercamos más a la esclavitud, perdemos un valioso instrumento para la búsqueda de la verdad, y para la conservación de la dignidad humana como seres racionales.
Columna publicada en elPeriódico; y la ilustración la tomé de Cubanet .